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Las campañas se inician y concluyen públicamente en el frente del candidato; en realidad, como se ha explicado, se inician mucho antes y terminan un poco después en el frente de la administración, con el cierre de los cuarteles que albergaron al candidato, al equipo de colaboradores y a los voluntarios. Se haya o no obtenido la victoria, la campaña habrá terminado.

DEBATES Y ENTREVISTAS POR TELEVISIÓN

“… el ser puntual supondrá una predisposición favorable de la audiencia y del entrevistador.

“A la hora de la preparación, además de la parte técnica en la que habrá que cuidar el no subestimar al oponente (caso de que lo haya) y preparar material que confirme las palabras, se deberá tener en cuenta el vestir de forma que se transmita la imagen deseada. No se deben utilizar prendas o complementos que se muevan, reluzcan o distorsionen la pantalla como las joyas relumbrantes, los cuadros o rayas finas en chaquetas, vestidos, trajes y corbatas. Los colores más aconsejables son los tonos pastel, en particular los azules; los peores resultan ser el negro y el blanco. Incluso podría pensarse en aquellos casos, como en la política, en que la imagen transmitida es esencial, en disponer de un(a) maquillador(a) profesional que haya estudiado a fondo el rostro del líder y realice el maquillaje de forma que se disimulen defectos y resalten virtudes. También hay que prestar atención, todavía más que en un discurso público, instantes antes de entrar en el estudio a detalles como que la corbata esté en su sitio, que no estén colgando los faldones de la camisa, que no se vean etiquetas, que no haya caspa, que los calcetines no estén caídos, que las medias no tengan carreras…

“Una vez en el estudio, hay que situarse erguido –se esté sentado de pié (sic)-, sin ocultar las manos debajo de la mesa y en el momento de la presentación se debe mirar fijamente al frente y no sonreír complacientemente. En el transcurso de la intervención televisiva se debe fijar la mirada en el entrevistador o en el contrincante y procurar que esta mirada infunda confianza y transmita sinceridad. Jamás mirar hacia los lados, ni al reloj ya sea del estudio o propio.

“También se debe procurar no moverse del sitio y limitar los gestos al mínimo: no rascarse, no pasar la lengua por los labios, no exagerar la sonrisa, no hurgar las orejas o narices, no aparecer con los puños cerrados, no agitar los dedos o los brazos, no dar golpes con los puños o hacer ruido con el lápiz… Se ha podido demostrar que en los debates televisados, los gestos verticales y, sobre todo, los que escapan de la pantalla cuando se hace un primer plano del rostro, tiene un efecto negativo; así que lo mejor es que la expresión de gestos se reduzca al rostro.

“En todo momento hay que mantener la calma y tratar amablemente al entrevistador u oponente pero sin bajar la guardia; hay que estar alerta ante las posibles preguntas, sobre todo si la emisión es en directo. Las preguntas se deben escuchar atentamente y, si alguna no se entiende o bien se requiere tiempo para pensar, la solución es solicitar amablemente que la repitan. En ocasiones resulta oportuno primero responder a la pregunta formulada y añadir después una observación pertinente con un matiz de humor o explicativo. Con frecuencia, en política, no se suele dar una contestación directa a la pregunta, sino que se aprovecha para comentar puntos fuertes o aciertos relacionados con la cuestión. En las contestaciones no debe hacerse un uso abusivo de las oraciones subordinadas.

“Todo lo anteriormente citado se consigue con práctica, así pués (sic), resultará muy positivo entrenar con grabaciones en vídeo particulares para corregir estos u otros errores que se encuentren y mejorar.

“Por último conviene recordar que, al igual que en la radio, si la intervención no se emite en directo, el invitado tiene derecho a conocer los cortes y abreviaciones realizados en la grabación.”

Luis Navarro Elola

EL RAPPORT

Una condición indispensable en la actividad que realiza el candidato o los voluntarios, dentro de la campaña puerta por puerta, es establecer la correspondencia mutua entre dos personas -el candidato y el elector- de tal modo que cada una de ellas sea capaz de responder inmediata y simpáticamente, y con ostensible espontaneidad; esto es, establecer el rapport.

La entrevista que se tenga con los electores no es simplemente una conversación, es más bien una seudoconversación. Permite identificar a electores clave por su posición económica, social o cultural dentro de su comunidad y proporciona información que otros desconocen o darían incompleta.  Para que pueda tener éxito, debe poseer todo el calor e intercambio de personalidades propios de la conversación, aunque con la claridad y las líneas orientadoras de la búsqueda científica.

El trato cálido y amistoso, al que generalmente se llama “relación común”, puede obtenerse, por lo regular, de modo muy sencillo.  El candidato o voluntario saluda al elector con una sonrisa y un sencillo "hola”, o simplemente diciendo: “¿cómo está usted?" Algunos electores se sentirán, al principio, ligeramente molestos, debido a que temen enfrentarse a situaciones difíciles.  No quieren verse en la embarazosa situación de ser incapaces de contestar a preguntas acerca del gobierno, de las leyes o reglamentos o de otros temas políticos.  Sin embargo, este tipo de malestar puede eliminarse fácilmente tranquilizando a la persona, diciéndole: “Esto no es más que una fase de la campaña.  No hay respuestas acertadas o equivocadas, ni tampoco es un acertijo.  Estarnos simplemente intentando conocer lo que los ciudadanos piensan.”
Pueden presentarse cierto tipo de situaciones previsibles, antes de que el candidato o los voluntarios de la campaña sean admitidos.  Algunas de ellas son:

Situación A: desconfianza del elector.

  • Elector: la verdad es que no sé nada de política ni me interesa, pero ¿cómo fue que consiguió usted mi nombre y mis datos?
  • Candidato o voluntario: su nombre fue escogido al azar, de una lista de todos los vecinos de esta circunscripción.  Queremos visitar a personas de todos los niveles y formas de vida, y la casualidad quiso que usted fuera uno de los escogidos.
  • En este punto, el candidato o voluntario tiene que estar seguro de que la respuesta ha sido satisfactoria.  En caso contrario, puede añadir algunos comentarios:
  • Candidato o voluntario: por cierto que los expertos en estadística que seleccionaron su nombre no saben absolutamente nada de usted.  Para elegir nombres de toda la lista, se utilizó un sistema electrónico, exactamente del mismo modo que en algunos programas de radio seleccionan nombres para hacer preguntas por teléfono.

Situación B: desinterés del elector.

  • Elector: me parece que todo esto es pura demagogia. ¿De qué va a servir a fin de cuentas? Porque, después de todo, los de su partido ni siquiera volverán después del resultado, como sucedió en las pasadas elecciones.
  • Candidato o voluntario: con todo lo que está ocurriendo, creo que se podrían evitar muchos errores si conociéramos lo que los ciudadanos piensan.  Quizá sea posible enterarnos de cómo pueden manejarse mejor los problemas cotidianos del país para resolverlos.  Por ello, su opinión es muy importante para la campaña.

Estas son situaciones que surgen con frecuencia, pero, como es natural, no representan más que una muestra de las muy variadas circunstancias a las que tiene que enfrentarse el candidato o el voluntario; en todo caso, la idea es la de identificar a cada una de ellas para estar en posibilidad de prever la manera en que se debe actuar.  De igual forma, puede observarse que se está intentando establecer tres elementos de la campaña: a) el propio interés del candidato para conocer las intensiones del voto; b) el valor de la campaña puerta por puerta, para proporcionar una visión de las actitudes del elector; y c) su propia competencia.

ATENCIÓN A LOS ELECTORES

También es importante que el candidato local tenga un horario de oficina: “La disponibilidad personal es más un componente de la comunicación cotidiana del día a día en las circunscripciones locales que parte de la propia campaña electoral. Se trata de que los ciudadanos sepan que pueden encontrar al político en un lugar y hora concretos, a intervalos regulares (una o dos horas a la semana parece el mínimo imprescindible). Este contacto directo proporciona naturalmente una calidad de comunicación excelente, puesto que el político puede hablar con sus electores sin intermediarios. Son los electores los que voluntariamente deben buscar este contacto: ya no es el político el que acude a ellos, sino que ellos han de ir a buscarle, lo que significa que normalmente son personas motivadas. Por esta razón, durante una campaña electoral, el candidato rara vez se encuentra con los votantes indecisos que desearía ganarse.

“Sin embargo, el horario mínimo de oficina debería mantenerse durante la campaña, aunque sólo sea para dar la oportunidad de que los activistas y voluntarios se encuentren con el candidato en persona, y se refuerce la moral de la organización de la campaña.” 

Philippe Maarek

¿SON LOS DEBATES REALMENTE DEBATES?

En Estados Unidos, en donde surgieron, en la época contemporánea, los debates entre los candidatos, se cuestiona si realmente existen como tales. Se dice que hay cinco elementos esenciales para un debate real: una confrontación; en tiempo igual y adecuado; de concursantes similares, parejos; sobre una proposición expresada en palabras; y, para conseguir una decisión del auditorio.

La mayoría de estos debates no involucran la confrontación directa, ya que se realiza en los medios masivos, no de uno a otro; tampoco disponen de tiempo igual y adecuado, la mayoría de los debates no tiene un tiempo adecuado para tratar los asuntos públicos más importantes; asimismo, la mayoría de los debates no implica una proposición única sino, dependiendo del formato, usualmente diez o más temas son discutidos en un solo debate,- además, no facilitan que el auditorio tome una decisión acerca de las cuestiones públicas.

En consecuencia, hoy los debates políticos pueden ser caracterizados, en su mayoría, como “debates de simulación'”

De este modo, los debates políticos contemporáneos que están fundamentalmente orientados hacia el auditorio de los medios de difusión, no están en la tradición de los debates orientados hacia los problemas públicos. Son diferentes de los primeros debates políticos significativos en la historia de Estados Unidos. Aunque involucran a candidatos similares, rara vez incurren en una confrontación directa, disponen de tiempo igual y adecuado, se centran en una proposición única y logran una decisión clara sobre los asuntos públicos.

DIALÉCTICA PARA DEBATES

Originariamente se trataba del arte de la discusión, pero actualmente “la meta de la dialéctica es la persuasión por medio de una secuencia de conceptos lógicos.”

Hacer un buen uso de las técnicas dialécticas requiere una preparación concienzuda de contenidos y material, de los puntos discutibles con sus principales razones y practicar en la capacidad de réplica, es decir, del razonamiento y ordenación rápido de las palabras. Ello conlleva igualmente prever las preguntas que, con probabilidad, plantearán aquellos que defiendan posturas opuestas y asumir sus propias decisiones.

Las siguientes son las principales tácticas dialécticas cuyo uso resulta positivo:

Alabar al rival para granjearse así la simpatía del público.

Reservar los argumentos de mayor peso para el momento oportuno, nunca al principio.

Hacer uso de la ironía y el humor –sin dejar de lado la elegancia y el buen gusto.

Exagerar las posiciones de sus rivales.

Los ataques dialécticos deben dirigirse a las ideas y no a las personas; aunque quizá el público espere esto último como si de un espectáculo circense se tratase.

Una forma de defensa ante ataques personales es solicitar mayor precisión y hechos que demuestren las afirmaciones hechas y mostrar los fallos en el razonamiento del atacante o las diferencias entre la actitud achacada y la real.

Interpretar ofensa personal ante los ataques del oponente. Así, se consigue distraer la atención de los oyentes y apartarlos del tema principal.

Presentar una parte no muy fuerte de la argumentación de los oponentes como si fuese la más relevante, la de mayor peso y refutarla después con contundencia.

Si tras un análisis de los argumentos propios se detectan ciertas debilidades, no hacer mucho hincapié en ellos. Al contrario, presentar otros más fuertes como si fuesen los decisivos –aunque sean de menor importancia-.

Cuando en una confrontación se es la parte débil, tender a generalizaciones y expresiones ambiguas para provocar un argumento deficiente en los oponentes y refutar éste con fuerza, evitando atacar a la cuestión principal.

Usar las preguntas dialécticas.

Luis Navarro Elola

DEBATE TELEVISIVO

“… fuimos a la mesa de negociación con otra exigencia fundamental, un asunto que nos parecía casi innegociable: el manejo de la propaganda en torno al debate y las transmisiones de televisión previas y posteriores a su celebración. Desde el mensaje de Zedillo, la noche del 24, era evidente que el régimen había montado al debate sobre una agresiva estrategia de propaganda para reforzar la imagen de Zedillo y vulnerar lo más posible a Cárdenas. Las transmisiones de Televisa y las acciones del PRI confirmaban a cada momento esta suposición.

“Mucho antes de convenir el debate, Armando López armó un voluminoso legajo de estudios realizados por distintos autores acerca de la experiencia de debates entre candidatos a la presidencia, sobre todo en Estados Unidos, Francia, España y Chile. Había en todos esos análisis una coincidencia esencial: el resultado de los debates no se decide, generalmente, en el encuentro mismo, sino inmediatamente después de concluir, en las transmisiones de los comentarios, las reacciones, encuestas rápidas y manejo de las imágenes editadas de los incidentes del debate. A todo esto los norteamericanos le llaman spin control, que en una traducción literal querría decir la vuelta o el tejido de control; es decir, un enredo de imágenes y mensajes dirigidos a calificar y a revalorar ante el auditorio una información o hecho determinado.

En la breve estancia en Los Ángeles, Cárdenas tenía pensado de antemano reunirse con un grupo de artistas de la comunidad angelina. Entre ellos, asistieron a una cena, el miércoles 27, varios actores y publicistas que al saber del inminente debate en el que participaría su huésped, le dieron, entre otros consejos, el de que cuidara el spin control. El candidato podía tener un desempeño sobresaliente, literalmente derrotar a sus contrincantes, emocionar al auditorio y ser, sin embargo, posteriormente linchado por el spin control.

En una circunstancia tan desventajosa para la oposición como la que prevalece en México, donde el partido oficial controla directa o indirectamente casi todos los medios electrónicos, en todo caso, los de mayor audiencia, y donde el cuidado de su imagen televisiva es tan incisivo y meticuloso, el spin control habría de ser demoledor para sus adversarios. De hecho, todo el aparato de propaganda del gobierno mexicano gira en torno al principio mismo del spin control. Al público puede informársele de un suceso con cierta objetividad pero la interpretación de inmediato se da, el contexto en el que se le sitúa, las nociones y consecuencias que se le atribuyen, son lo que verdaderamente conforma la imagen y la idea que la mayoría del auditorio fija de ese hecho.”                      

Adolfo Aguilar Zínser

 
   
Quinta Parte. La campaña en marcha.

I. El frente del candidato - II. El frente de la colecta de fondos - III. El frente de la propaganda - IV. El frente de la informacion noticiosa - V. El frente de la campaña negativa - VI. El frente de la Promocion del Voto - VII. El frente de la administracion

 

La preparación de la campaña ha concluido.  Es tiempo de iniciar las operaciones1, de actuar en los ámbitos en que se contenderá por el cargo electoral: la confrontación entre los candidatos, la pugna en los medios de comunicación y la lucha "cuerpo a cuerpo" en el contacto directo con los electores.

Como en la guerra, la campaña puede ser dividida conforme a los distintos frentes en que se librará la batalla electoral, de modo que se precisen los objetivos a conseguir en cada uno de ellos y las responsabilidades que corresponden a sus directivos en la lucha que tendrá lugar en los diferentes campos.

En toda campaña todos los frentes deben ser cubiertos.  La derrota en alguno de ellos puede significar el fracaso general de la campaña.  De igual manera, la superioridad en uno o más de estos frentes puede ser el factor decisivo del triunfo electoral.

El frente del candidato es el principal en cualquier campaña y el que predomina casi por completo en las pequeñas; la derrota en este frente equivale, generalmente, a la derrota en la elección.

Los otros frentes pueden tener diferente importancia de acuerdo con el nivel de la elección, la estrategia de la campaña y los términos en los que se desarrolle la competencia entre candidatos.  De este modo, si no se depende de la colecta de fondos para desarrollar la campaña, los logros en este frente no son relevantes para obtener el triunfo en la votación; si se trata de una campaña mayor, el dominio en los frentes de la propaganda y de la información noticiosa puede ser la vía principal hacia la victoria; si la estrategia es de retador, la pelea en el frente de la campaña negativa puede adquirir la mayor importancia para superar inercias y abrir el camino hacia el cambio; y, si la campaña es local o corresponde a una elección intermedia, la hegemonía en el frente de la promoción del voto es fundamental para conseguir el triunfo.

Sin embargo, los resultados de la votación son producto de las acciones en todos los frentes; por eso, la debilidad en uno de ellos puede ser compensada por la superioridad en otro.  Las actividades en cada uno de ellos pueden coordinarse, complementarse y apoyarse mutuamente para aumentar la eficacia de la campaña en su conjunto.  Este es el propósito básico del frente de la administración: dirigir la ejecución del plan de la campaña en todos los demás frentes, de acuerdo a las circunstancias que se vayan presentando en cada uno de ellos y al desarrollo de la competencia.

Las campañas se inician y concluyen públicamente en el frente del candidato; en realidad, como se ha explicado, se inician mucho antes y terminan un poco después en el frente de la administración, con el cierre de los cuarteles que albergaron al candidato, al equipo de colaboradores y a los voluntarios. Se haya o no obtenido la victoria, la campaña habrá terminado.

Los siguientes siete capítulos se dedican a la campaña en marcha, a definir los propósitos de las actividades que se deben realizar en los distintos frentes, así como a describir las formas más comunes de actuación.

El capítulo I de esta Quinta Parte del Manual de campaña se refiere a las actividades de la campaña que desempeña, personalmente, el candidato.  El objetivo básico en este frente es lograr el establecimiento de la comunicación persuasiva entre el candidato y los electores.

Obtener los fondos privados previstos en el presupuesto de ingresos, de acuerdo con los tiempos que se hayan estimado dentro del presupuesto de efectivo, son las metas a conseguir en el frente de la colecta de fondos, tema que se desarrolla en el capítulo II.

El capítulo III se ocupa del frente de la propaganda, cuyo objetivo es el de mantener el flujo adecuado de ésta hacia los electores considerados como blanco, de acuerdo con el programa de medios pagados.

Mantener la presencia del candidato en los medios masivos, de modo que se difunda su mensaje, se conozcan sus mejores cualidades y se proyecte la fuerza de la campaña, es el contenido que se detalla en el frente de la información noticiosa, al que se dedica el capítulo IV.

En el capítulo V, se trata el debatido tema de la campaña negativa, así como los objetivos del ataque a los opositores y los de defensa del candidato a considerar dentro de este frente a lo largo de la campaña.

El reto a superar en el frente de la promoción del voto es el de contactar a los electores en sus propias viviendas en forma directa, por teléfono, por correo, o por cualquier otro medio, con la idea de obtener y asegurar, en las urnas, los votos suficientes para lograr la victoria del candidato.  Este es el contenido del capítulo VI.

Finalmente, en esta quinta parte del Manual, el capítulo VII se destina al frente de la administración, cuyo propósito básico es dirigir, controlar y evaluar la ejecución del plan de la campaña en todos los demás frentes desde una perspectiva de conjunto.  Sólo así es posible coordinar todas las acciones que se realizan en los diferentes frentes, aprovechar mejor los recursos disponibles y ajustarse al ritmo de la competencia electoral.

Con esta parte concluye la campaña.  Las siguientes acciones serán para recoger, durante la jornada electoral, el resultado de los esfuerzos realizados y para evitar que se tergiverse la voluntad ciudadana, mediante la defensa del voto.

I. El frente del candidato

Comprende todas las actividades de la campaña desempeñadas personalmente por el candidato.  La comunicación persuasiva del candidato con los electores es el objetivo básico de este frente.  La comunicación puede realizarse mediante el contacto personal con los electores, por el mensaje no verbal que transmiten los actos en los que participa y por la intermediación de la prensa.

Todas las campañas comienzan y terminan en el frente del candidato; sus actividades, en las campañas pequeñas, son prácticamente el único frente; a pesar de la importancia que pueden llegar a adquirir los otros, la actuación del candidato, en las campañas mayores, sigue siendo el frente principal, el que sustenta las acciones que se realizan en los demás, por los medios masivos y por el contacto directo de propagandistas con los electores.  Por eso, en toda campaña los aciertos logrados en el frente del candidato pueden ser multiplicados en los otros y los errores limitan o cancelan las posibilidades de avance y éxito en todos ellos.

A. El contacto personal candidato-electores

Antes de la sociedad de masas, las campañas se basaban casi por completo en el contacto personal entre candidato y electores.  Hoy los candidatos aún hablan con los electores, pero aspiran a que esas palabras sean llevadas a través de elaborados canales de comunicación electrónica.

Las grandes movilizaciones humanas eran el corazón de las grandes campañas políticas antes de la universalización de la televisión.  Ahora, las grandes movilizaciones todavía desempeñan un papel importante en las campañas, pero ya "no son más el corazón de las campañas mayores."

A medida que ha crecido el tamaño y la complejidad del electorado, ha ido predominando la comunicación unilateral en las campañas, que ofrece pocas oportunidades a los electores para exponer sus opiniones al candidato.  Sin embargo, no ha dejado de reconocerse la comunicación interpersonal como la más persuasiva.  "Cada hombre que se saluda personalmente -se cree- es un voto potencial"; aunque todavía nadie sabe cuánto se gana por cada mitin, por una visita personal del candidato, por sus saludos al paso o de mano, ni por su sola presencia que pueda generar, ratificar simpatías o establecer nuevas alianzas. Muchos de los candidatos combaten esta incertidumbre haciendo todo lo que pueden para ser vistos, pese a que “ser visto no equivale a ser amado”, “ni un aplauso debe confundirse con un apoyo”.

En el contacto del candidato con el elector, la campaña aspira a cumplir varios propósitos:

  • Entablar comunicación personal del candidato con los grupos de electores de máxima importancia estratégica y más fácilmente accesibles por su capacidad de organización, posibilidad de reunión o por su ubicación definida; se trata de que el candidato transmita personalmente su mensaje a todos o a alguna parte representativa de los electores que probablemente votarán por él, o que puede llegar a convencer de que así lo hagan.
  • Dar credibilidad a la propaganda mediante actos y señales que correspondan a su contenido, por medio del desempeño del candidato frente a los electores
  • Proyectar un mensaje no verbal de fuerza, de intensidad en el apoyo que recibe de los electores, de avance arrollador incontenible hacia la victoria y de absoluta superioridad respecto a sus opositores, mediante el número, calidad y entusiasmo de los asistentes a los actos de la campaña, así como la frecuencia y distribución de éstos.  Se trata de que quede claro al elector que el candidato será el ganador de la elección; y a los opositores, que sus esfuerzos en contra serán inútiles.
  • Dar oportunidad para que este proceso de comunicación interpersonal candidato-elector constituya una noticia que sea difundida por los medios masivos, de modo que su repercusión se extienda a sectores del electorado más amplios.
  • Estimular, con la presencia del candidato, la votación en las zonas de la división electoral que con mayor certeza le serán favorables, especialmente al finalizar la campaña.
  • Recolectar fondos directamente, sobre todo si la campaña tiene como fuente principal el financiamiento privado.
  • Motivar a los electores que lo representarán en las casillas, a quienes participen en la promoción del voto y, en general, al personal que trabaja en la campaña para que asuma responsablemente las misiones que se le encomienden.

La importancia que tiene cada uno de estos propósitos en toda campaña varía de acuerdo con el nivel de la elección y la estrategia adoptada.  En campañas locales y pequeñas, el primero y el quinto objetivos pueden ser fundamentales si se sigue una estrategia de intenso contacto directo con el elector.  En elecciones regionales o que comprenden electorados muy numerosos, los propósitos segundo y cuarto son los más importantes, ya que la estrategia se funda básicamente en los medios masivos.  La relevancia del sexto objetivo es que varía según el grado en que la campaña dependa de la colecta para su sobrevivencia y desarrollo.  El tercero y el séptimo propósitos son básicos para cualquier campaña: mostrar fuerza y dinamismo ante electores y oponentes puede generar más seguidores y provocar el desaliento o medidas desesperadas de quienes disputan el cargo al candidato; motivar a las personas que desempeñan o realizarán alguna actividad para la campaña siempre es necesario, pues asegura que pondrán el esfuerzo suficiente para cumplir sus tareas.

1. Procedimiento general

El contacto personal del candidato con los electores puede adoptar tantas formas como lo permitan el estilo, la estrategia, los recursos y la imaginación.  Sin embargo, más allá de la diversidad, existen algunos elementos constantes, esenciales para conseguir los propósitos ya señalados que pueden ordenarse en un procedimiento general de la manera siguiente:

a. Definición y programación del tipo de acto

De acuerdo con el plan y calendario general de la campaña, se acepta una invitación espontánea para la realización del acto, o bien, una avanzada de programación2 hace los contactos necesarios para inducir esa invitación.  De común acuerdo con el anfitrión, se definen el tipo, fecha, hora, lugar y, en su caso, local en que se efectuará el acto.  Si el acto es formal, será necesario conocer quiénes lo presidirán, la agenda de la reunión y el orden de los oradores, así como los preparativos necesarios y las responsabilidades de cada una de las partes.

En la selección de los lugares y horarios para los actos, no debe olvidarse el efecto que el ambiente físico y el horario tienen sobre el comportamiento emocional de los asistentes.  El mismo acto no resulta igual en un recinto cerrado que en una plaza pública, en la mañana que en la tarde o en la noche, con iluminación intensa que con luz tenue.

En los actos formales, la escenografía, la forma y altura del estrado, la decoración y el colorido también pueden contribuir a crear un ambiente adecuado al mensaje de la campaña.  Todos estos elementos físicos pueden provocar emociones o sentimientos estimulantes, placenteros, de dominación o de sumisión, y contribuyen a que el acto se perciba como "formal o informal, cálido o frío, compulsivo o libre, público o privado, próximo o distante".

En la selección de los lugares y locales para los actos más importantes, también debe considerarse el efecto simbólico de los sitios históricos para identificar al candidato con las tradiciones, normas y héroes más queridos del partido y de la división electoral, y transmitir un sentido de relevancia, significado, oportunidad y propiedad a lo que diga el candidato.

En la selección de los escenarios de los actos multitudinarios de la campaña, siempre deben tomarse en cuenta las ventajas visuales: de producción, instalaciones técnicas y acceso que puedan tener para la televisión, en el caso de que este medio vaya a estar presente.

En las campañas mayores, las condiciones que ofrece un recinto para la seguridad del candidato son determinantes para su selección.

Muchos observadores tienen el hábito de contar o estimar el número de personas asistentes a los actos y lo correlacionan, equivocadamente, con el éxito de la campaña.  Por eso, es mejor escoger lugares que efectivamente puedan ser llenados hasta su cupo total, pues el hecho de que se atiborren, será interpretado como un éxito más grande que el esperado.  "Se debe asegurar que el candidato esté siempre hablando a grandes auditorios, y una manera sutil de lograrlo es programar que hable en salones pequeños." Nunca debe haber vacíos que puedan resaltar las cámaras.

También son importantes las personas que acompañarán al candidato en el presidium o en sus recorridos; el aval que le otorgarán con su presencia pública será proporcional a su representatividad y al prestigio de que disfruten entre los asistentes y entre quienes alcancen a identificarlas directamente o por la televisión.

En las reuniones formales, en lo que corresponde al orden de oradores, lo tradicional es que el candidato cierre la reunión, salvo que sus capacidades oratorias, más que hacer desbordar el entusiasmo de los presentes, amenacen con enfriarlo, en cuyo caso debe concluir un orador más adecuado para este fin.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que algunos actos son definidos y programados por el equipo de la campaña, porque no implican una gran preparación previa a su ejecución; es el caso de las visitas domiciliarias, la petición del voto puerta por puerta, hacer campaña en la vía pública y actos similares, cuya planeación tampoco puede asignarse a electores independientes del equipo.

b. Asignación de responsabilidad para que el acto se realice conforme a lo previsto

Siempre se debe designar a un responsable, perteneciente a la estructura de la campaña,3 de que el acto se lleve a cabo conforme a lo acordado.

c. Planeación y preparación

Por su propia estructura de red, la campaña trata de que toda la carga de la planeación y preparación de los actos sea asumida por el grupo o la persona que hace la invitación o por la organización territorial del partido que corresponda a la zona en que tendrá lugar, según sea el caso.  Lo que interesa a la campaña es que asista el público previsto y que el contacto candidato-elector se realice en el ambiente más propicio para hacer posible la motivación, el reforzamiento o la persuasión de los presentes, de modo que pueda ser difundido, adecuadamente, por los medios masivos.

La complejidad de la planeación y preparación del acto depende de su formalidad y del número de asistentes previstos; entre más grande sea su numero, mayor tiempo de anticipación se requiere; de más adecuación del lugar donde se efectuará, a veces de la instalación de tribunas y templetes, aparatos de sonido, iluminación y decoración alusiva al acto; de prevenir medidas para facilitar el acceso y desalojo del mismo, tanto en el exterior -porque puede ocasionar problemas de tránsito- como en el interior -para un aforo más ágil-; de planear la ubicación de contingentes, personalidades o de ambos, así como del lugar destinado a periodistas, fotógrafos y camarógrafos; de definir responsabilidades para mantener el orden y la seguridad; de distribuir propaganda entre los asistentes para un mejor lucimiento; de utilizar grupos musicales y de animación para hacer más alegre el acto; de dar algún refrigerio o refresco para comodidad de los presentes; y de disponer de los medios que le den espectacularidad, como los tradicionales cohetones o la liberación de globos de gas.

Entre más pequeña e informal sea la reunión del candidato con los electores, como en una visita domiciliaria, menor preparación se requiere, pues a quien recibe la visita le basta invitar por teléfono o personalmente a algunos vecinos, preparar algo de café y galletas, así como adecuar provisionalmente un espacio para recibir e instalar con comodidad al mayor número de personas.

d. Invitación a los electores para que asistan al acto

La manera de invitar a los electores a los actos de la campaña depende del grado de selectividad.  Si ésta es grande, el propio grupo organizador se encarga de enviar invitaciones formales o de reunir a sus miembros por otros medios.  Si la selectividad es baja, como en la campaña en la vía pública, en los recorridos por los centros comerciales, por las colonias o los mítines en las plazas públicas, se requiere difundir entre los asistentes potenciales la información acerca del acto mediante desplegados en la prensa, spots de radio, llamadas telefónicas, volantes, avisos puerta por puerta, sonido local o carros con altoparlantes para crear la expectación acerca de la presencia del candidato y la eventual asistencia al acto.

e. La ambientación del acto

Siempre existe alguna forma de ambientación, que puede restringiese únicamente a una mampara o letrero cuando se hace campaña en la vía pública o puede adoptar múltiples formas en los actos multitudinarios y formales.  En estos últimos, por medio de la disposición del escenario, de la colocación de símbolos partidistas o del candidato, de la música o de la voz de un orador que resalta las cualidades del aspirante, de la distribución de propaganda y gafetes entre los asistentes, así como de las porras espontáneas o inducidas por los voluntarios de la campaña; se trata de crear un ambiente que prepersuada a los asistentes al acto, de manera que al arribo del candidato el entusiasmo alcance su nivel más alto.

En los actos que se efectúan dentro de recintos cerrados, la ambientación se despliega también en el exterior para darles mayor espectacularidad.  Además, desde cuadras antes pueden colocarse pasacalles y similares, así como formar vallas de militantes que señalen el camino al candidato.

La regla general es tratar de que el elector tenga la sensación de que está asistiendo a un acto muy importante, en el que escuchará a una persona relevante hacer planteamientos trascendentes.

f. La avanzada 4

El trabajo de avanzada consiste en preparar la presentación del candidato de modo que tenga más efectividad.  Su tarea es verificar que los preparativos se hayan concluido satisfactoriamente.  Con anticipación al arribo del candidato, una o un grupo de personas distribuye la propaganda de mano entre los asistentes y verifica que existan las condiciones suficientes para que el candidato pueda transmitir su mensaje y, de ser así, esperar su arribo.  Esta tarea es importante en todos los actos de la campaña, lo mismo en los grandes mítines que en las visitas domiciliarias.

g. Traslado del candidato al acto 5

Sólo acompañado por un chofer-ayudante en las campañas pequeñas o por una comitiva en las grandes, el candidato debe trasladarse oportunamente de uno a otro acto programado para la jornada diaria.  El chofer-ayudante debe verificar con el personal de la avanzada la mejor ruta de acceso, la distancia y el tiempo de traslado. Deben tomarse precauciones para viajar con seguridad en los trayectos, pues todo incidente, por menor que sea, significará pérdida de tiempo y posible retraso.

h. Recepción al candidato

Tradicionalmente, una persona o un conjunto de personas, principales organizadores del acto, esperan en el lugar en donde descenderá el candidato de su vehículo o en la puerta de entrada si viene a pie, con el propósito de acompañarlo hasta el lugar que se le ha destinado dentro de la reunión o para iniciar el recorrido.

i. Arribo del candidato

El arribo del candidato se resalta por medios diversos, desde la música y los truenos de los cohetes, el repicar de campañas, los aplausos y la puesta en pie de los asistentes si están sentados, hasta el anuncio e invitación abierta de un orador a otorgarle una cálida recepción o la simple bienvenida a una casa en la que se reúnen los vecinos.  El propósito es iniciar el acto con entusiasmo y comunicar a los presentes que se encuentran ante una celebridad, por eso se trata de dar mayor espectacularidad al arribo.  Si el acto es formal, el aplauso de recepción debe durar hasta después de que el candidato haya tomado su lugar, de lo contrario parecerá que no suscitó entusiasmo.

El candidato no debe ir solo a ningún acto; los acompañantes deben reflejar el tipo de reunión al que asiste el candidato. Éstos deben mezclarse con los asistentes si es posible y no distraer innecesariamente la atención del candidato.  Si se trata de una comida, desayuno, café o cena, deben tomar asiento en diferentes mesas con el resto del público, de modo que el candidato pueda tener contacto pleno con los asistentes.6

Cuando se trate de un acto multitudinario, el candidato debe dejar que el ayudante lo mueva.  Un toque ligero en el lado interno del codo izquierdo del candidato es la señal, universal, de que está invirtiendo demasiado tiempo con una persona y hay otros que están esperando hablar con él.  El ayudante debe ser advertido de que si la señal es ignorada por segunda vez, ello significa que el candidato siente que la presente conversación es demasiado importante para interrumpirla; entonces el ayudante pide al resto de los electores que esperen, pues el candidato estará con ellos en breve, así no se sentirán desairados.  Si se requiere, el candidato debe pasar al ayudante las cartas, tarjetas, regalos y demás que le entreguen los electores cuando hable con ellos.

j. Desarrollo del acto

"La primera impresión será determinante y única, quizás no habrá más encuentros." Durante la realización del acto, el candidato debe mantener en su mente que el contacto con las personas es lo más importante en una campaña; si no lo hace así, puede parecer falso.  Debe esforzarse por dar la impresión de sinceridad, amistad y accesibilidad; hablar, pero también escuchar con atención sin pensar en otra cosa.  Si una persona habla demasiado, debe saber cortarla sutilmente excusándose, sin parecer rudo; al contrario, debe tratar de ser extremadamente cortés, amable y complaciente todo el tiempo.  Si olvida nombres, nunca debe tratar de adivinar, "no hay peor cosa que ubicar nombres equivocados en caras equivocadas".

Al comunicar su mensaje, que básicamente será el mismo, "como el Bolero de Ravel", debe hacerlo con igual o mayor entusiasmo que la primera vez, porque será la ocasión inicial de que lo escuchen de viva voz las personas presentes en el acto.  Los candidatos tienden a pensar que sus discursos son oídos por todos los electores y que todos saben sus posiciones.  Sólo los trabajadores de la campaña y los periodistas que la cubren regularmente conocen ya las rutinas empleadas por el candidato.

Por minuciosa que haya sido la planeación y preparación de un evento, son tantos los factores en juego, que casi siempre se incurre en errores.  No hay que enojarse y perder la serenidad porque será peor el resultado.  El candidato debe ser paciente y mantener el sentido del humor todo el tiempo; nunca debe criticar al ayudante o al personal de la campaña en público.

Si algún elector lo rechaza, el candidato debe pasar de inmediato al siguiente.  Si alguien lo agrede, mantener la calma, sin argumentar y alejarse lo más pronto posible del elector agresivo.  "Para evitar hostilidades, no prometa lo que no cumplirá, ni responda si no sabe la respuesta correcta, en cuyo caso es mejor reconocerlo; si se hace una pregunta embarazoso, responda preguntando la opinión de quien la hizo, muestre deseos de escuchar y entonces corte.  Ofrezca discutir el tema más tarde o sugiera que estará complacido de enviarle una copia del documento de su posición específica en el tema que le interesa al interlocutor.  También puede descansar en los miembros del equipo para que interrumpan y den movimiento al recorrido."

k. Terminación del acto

La reunión debe durar el tiempo que la mayoría de los asistentes mantengan la atención a su desarrollo.  En general, entre más pequeña es una reunión y los asistentes disponen de mayor comodidad, más puede prolongarse su atención.  Cuando los presentes comienzan a distraerse lo expresan por lo menos en su lenguaje corporal o de plano, como en los grandes mítines, empiezan su retiro prematuro.  Por eso, es importante que la reunión se termine cuando aún se pueda captar plenamente la atención de los presentes y se encuentre en el recinto el número máximo de ellos.

l. Salida del candidato

De manera similar a cuando arribó, la salida del candidato se resalta para poner fin a la reunión.

m. Despedida del candidato

El candidato es acompañado hasta que aborde su medio de transporte o continúe su marcha a pie, por el grupo de electores organizadores del acto que concluye de manera similar a como se le recibió.

n. Agradecimientos

Se trata de reconocer, mediante agradecimientos y fotografías tomadas en el acto, el esfuerzo realizado por los organizadores.  Es también una manera de reforzar el apoyo ya recibido.

El resultado ideal del contacto personal candidato-elector es que "el candidato al terminar la reunión deje a los asistentes sintiéndose bien, con ellos mismos y con él".  El efecto principal es el reforzamiento del apoyo, ya que es difícil que alguien sin alguna predisposición permanezca en la reunión para escuchar a un candidato por el que no siente curiosidad; quizás en algunos electores se dará un proceso de iniciación y, en otros más, de disuasión para cambiar de bando, pero la conversión es siempre excepcional, como ya se ha visto.7

Otros subproductos del contacto candidato-elector, cuya importancia puede ser mayor que la impresión causada a los presentes en el acto, son la difusión que él mismo pueda tener en los medios masivos y sobre todo, en las grandes concentraciones y marchas, la demostración de fuerza concretada en el número y calidad de sus asistentes.

2. Tipos de actos de campaña con asistencia del candidato

Independientemente de la repercusión que puedan tener en los medios masivos, los tipos de contacto del candidato con los electores se diferencian, en primer lugar, por el número de asistentes; así se puede distinguir una gama que va desde los mítines y marchas multitudinarios, en los que participan miles o decenas de miles de electores, a la petición del voto puerta por puerta, en donde el contacto del candidato con el elector puede restringiese únicamente a quien abra la puerta.

Otra diferencia se refiere a su selectividad.  Generalmente la selectividad es inversamente proporcional al número de asistentes al acto; esto es, los actos multitudinarios no permiten una discriminación respecto a quienes participan en ellos; siempre será riesgoso considerarlos como indicadores de la fuerza electoral del candidato, ya que muchos de ellos pueden no ser electores registrados, ni pertenecer a la división electoral de que se trate o simplemente no votar habitualmente.  Lo mismo sucede con actos como la campaña en la vía pública o en centros comerciales, en los que es imposible distinguir a los electores a los que se dirige el mensaje para enfocar los esfuerzos en ellos, de modo que puede estarse haciendo una labor inútil o con gran desperdicio.

Los tipos de contacto con los electores se diferencian, también, por el grado de preparación que requieren y que puede restar agilidad de respuesta a la campaña.  Un gran mitin o una reunión de discusión de problemas puede requerir de una preparación laboriosa, en tanto que una visita a una colonia requiere de muy poca y puede organizarse rápidamente para contrarrestar las acciones de los opositores.

Todos los tipos de contacto con los electores tienen una gran flexibilidad geográfica que consiste en que pueden ubicarse en las zonas de la división electoral en donde deba intensificarse el trabajo de proselitismo.  Ejemplo claro de esta flexibilidad es la petición del voto puerta por puerta o la visita a barrios de importancia estratégica para la campaña.

Sin embargo, todos los tipos de contacto del candidato con los electores comparten la limitación básica de que sólo asisten o presencian los actos del candidato las personas predispuestas, de algún modo, a la exposición del mensaje o, por lo menos, no contrarias al mismo.

Debido a las características de los tipos de contacto con los electores, la estrategia general consiste, aun en el caso de las campañas más pequeñas, en otorgar a todos los actos de los candidatos el máximo de visibilidad y audibilidad para que la comunicación no se restrinja a los electores contactados personalmente por el candidato.  Así, por ejemplo, los actos deben realizarse una vez que el mayor número de electores estén advertidos de la hora y el lugar, y aun las visitas domiciliarias deben anunciarse profusamente para crear expectativas acerca de la presencia del candidato y llevarse a cabo lo más notable posible, de manera tal que toda la colonia o, si se puede, todo el pueblo se entere de que se está haciendo campaña en la zona.'

Por ejemplo, en provincia, una candidata hacía lanzar algunos cohetones cuando visitaba alguna colonia, así no sólo se enteraban en la zona de su visita, sino gran parte de la ciudad sabía que estaba haciendo campaña.

En las campañas mayores, esta visibilidad y audibilidad es multiplicada por los medios masivos, y el contacto del candidato con los votantes se subordina a las necesidades de divulgación masiva, de modo que la actividad de campaña, en el ámbito de los medios, marca el paso de las otras actividades realizadas en el ámbito del candidato y de la promoción directa del voto.

Otra estrategia general es otorgar un tono festivo a los actos de la campaña a los que asiste el candidato, esto como un medio de atraer y unificar emotivamente a los electores, abrirlos a la persuasión por un ambiente agradable y hacerlos inferir los tiempos mejores que vendrán si el candidato consigue el triunfo.  Por eso, toda campaña debe ser alegre y, si se puede, divertida.  Si no tiene momentos de diversión y risa, llegará a ser aburrida y deprimente.  "No hay nada más debilitador que una campaña pesada o un candidato sin humor."

Entre los tipos de actividad que realiza el candidato para tener contacto con los electores, se encuentran tradicionalmente los siguientes:

a. Mitin

Los mítines consisten en la reunión de uno o varios oradores y un grupo de personas que escuchan los discursos que sobre temas políticos emiten los oradores.  Tradicionalmente, "los mítines con tanta concurrencia como sea posible son la sangre vital de toda campaña", y han sido actos de realización casi obligatoria al inicio y al final de casi toda campaña.

Los objetivos que se tratan de alcanzar por medio de la realización de mítines son: reforzar la intensidad del compromiso de los electores con el candidato; iniciar a nuevos seguidores mediante el contagio y la imitación de la masa; y demostrar fuerza electoral para propiciar la "cargada" o efecto bandwagon, así como desalentar a los opositores.  "La impresión de fuerza será advertida por los individuos ajenos, en proporción de la cantidad de asistentes y su cohesión y entusiasmo." Esta demostración de fuerza es lo más importante, ya que no hay manera de exhibirla tan objetivamente por otros medios: es por ello que los mítines se utilizan al principio para arrancar desde una posición de fuerza y al final para cerrar la campaña con la victoria inminente en las manos.

Para la realización de los mítines se han formulado diferentes recomendaciones, entre las que se pueden mencionar las siguientes:

  • Los mítines al aire libre deben efectuarse en lugares densamente poblados y sobre un espacio de afluencia natural que haga posible que los transeúntes se detengan a observar el acto.  La hora debe permitir a los curiosos incorporarse al mismo.
  • Es imprescindible asegurar la presencia del número suficiente de personas para que el espacio luzca lleno, sin necesidad de la concurrencia aleatoria de curiosos.
  • Para lograr mayor efecto puede organizarse una caminata, encabezada por el candidato, que termine en el lugar en donde se celebrará el mitin.
  • El número de discursos debe ser limitado; algunos expertos recomiendan no más de tres, incluyendo el del candidato.  Los otros dos deben estar a cargo de personas representativas del grupo de electores blanco a apuntar durante el desarrollo del mitin.
  • La instalación de la tribuna debe atraer la vista hacia candidato y las personalidades de prestigio que avalen con su presencia la candidatura.
  • En el ciclorama debe aparecer el nombre del candidato, el slogan y el logotipo del partido.
  • La decoración debe incluir todo tipo de símbolos alusivos al acto, como son: estandartes, banderas, emblemas, slogans, fotografías, flores, plantas, colores.
  • Se prefiere que esta decoración sea desmontable para aprovecharla en otros mítines.
  • El sistema de sonido debe tener suficiente calidad para que todos los asistentes y transeúntes escuchen los discursos con fidelidad.  La falta de calidad en el sonido es la falla más frecuente en muchos mítines.
  • Deben tomarse las medidas de orden y seguridad pertinentes, pero con la máxima discreción posible.  La mejor seguridad es la que pasa inadvertida y sólo interviene con rapidez y eficacia en caso extremo; la seguridad debe comprender equipos fijos en las entradas y salidas, y en el interior y exterior del recinto, así como personal móvil que puede, además, ser responsable de entregar propaganda y ubicar a los asistentes.
  • En su caso, deben prevenirse problemas de circulación y estacionamiento, en especial de los autobuses en que arribarán los participantes.

 

  • Se debe convocar con algunos días de anticipación a través de todos los medios posibles.
  • Debe contarse con algún medio para llamar la atención de los viandantes y entretener a los asistentes mientras se inicia el acto: una banda o conjunto de música es el más común.
  • La distribución de los asistentes debe hacerse de modo que se dé la impresión de que el espacio está atiborrado.  En los mítines al aire libre, los banderines, estandartes, pancartas y mantas distribuidas adecuadamente pueden cerrar el espacio ocupado por el auditorio y ayudar a cubrir los huecos que haga falta, en el caso de que el espacio no se llene.
  • Cuanto el mitin se realiza en un recinto cerrado, los militantes se colocan en la parte superior y los invitados en las filas delanteras, si éstas no se ocupan se bajan militantes.  Las butacas próximas a los pasillos pueden ser ocupados por militantes para que después del acto se levanten a saludar, abrazar y proteger al candidato, con lo que se da la impresión de éxito abrumador.
  • Para producir animación se puede hacer uso de equipos de porras integrados de dos o tres personas con un jefe y coordinados por un jefe general; tradicionalmente se colocan en forma de una "V" invertida, lo que permite que todos naturalmente puedan ver a sus jefes y al orador al mismo tiempo, y hace posible la acción coordinada.  Deben pasar inadvertidas, so pena de verse ridículos o pagados.  Estos grupos sirven también para mantener el orden con aplausos o frases.
  • Antes del arribo del candidato, debe distribuirse entre los asistentes la propaganda de la campaña, como sombreros o banderines, a efecto de que contribuya al lucimiento del acto.
  • Antes de su arribo, se deben ponderar las calificaciones, logros y experiencias del candidato, de modo que retuercen su mensaje y promuevan simpatía y respeto hacia él.
  • En la calle deben ubicarse grupos de militantes que vitoreen al candidato a su arribo v despedida, de modo que arrastren el público circulante, lo que sirve también para fotos y video.
  • La llegada del candidato debe ser el primer momento importante del mitin, de manera que debe otorgársela cierta espectacularidad.
  • El mitin debe desarrollarse conforme a un ritmo creciente, hasta alcanzar su clímax durante el mensaje del candidato.  La permanencia del candidato no debe prolongarse más de lo necesario.
  • La música debe continuar unos momentos más después de que se haya retirado el candidato, a fin de que la dispersión de los asistentes se haga en forma ordenada, pacífica y paulatina.
  • Si el mitin se ha desarrollado en un espacio público -en una plaza, por ejemplo-, debe vigilarse que quede limpio el lugar una vez concluida la reunión.  Dejar basura y propaganda tirada genera mala impresión a quienes pasan después.
  • No hay que olvidar que "el aburrimiento y la escasa asistencia son los principales elementos de desprestigio del mitin".
b. Marchas y caravanas

Las marchas consisten en caminatas partidistas, portando mantas, emblemas, banderines, pancartas, magnavoces, acompañadas con bandas de música, contingentes a caballo, carros alegóricos y artilugios similares, con el fin de hacerse notar por la población que se encuentra en el recorrido y expresar públicamente su apoyo al candidato, a sus propuestas y al partido; adelantar que se obtendrá el triunfo electoral; y mostrar fuerza poderosa para amedrentar a los opositores.  Son particularmente efectivas cuando la concurrencia que se une para participar es numerosa.

Desde el punto de vista de la comunicación y la propaganda políticas tienen las mismas características y potencialidades que los mítines, con la ventaja para las marchas de que por su movilidad existen mayores posibilidades de alcanzar un público más numeroso; pero también tienen la desventaja de que pueden causar molestias a la población que circula en los alrededores, a pesar de que ni siquiera pueda ver o escuchar el paso de los contingentes.  Es frecuente que las marchas culminen en un mitin para aumentar así su impacto.

Una variante son las caravanas, cuya principal diferencia es que no se realizan a pie, sino mediante vehículos, en su mayoría automóviles, que exhiben banderines por las ventanas y portan carteles en las portezuelas.

Las recomendaciones que se han formulado para el mejor desarrollo de las marchas y caravanas son las siguientes:

  • Deben realizarse por las principales calles y en las horas de mayor concurrencia de personas que puedan recibir el mensaje o incorporarse a las mismas, pero sin provocar una grave interferencia de las actividades normales; ya que si bien se trata de obtener notoriedad, también se pretende generar simpatías hacia el candidato y no conviene realizar acciones que puedan provocar el rechazo y restar votos.
  • Generalmente, las marchas se organizan por contingentes, cada uno de los cuales mantiene su organización interna, por lo que requieren definir y difundir con anticipación el lugar de reunión desde el que partirán, así como el orden que les corresponderá dentro de la marcha o caravana.
  • Los contingentes de personas y vehículos que con seguridad asistirán al acto, deben ser suficientes para cubrir varias calles, ya que en estos casos es frecuente que su éxito se mida por el número, es decir, la longitud de la marcha o caravana y el tiempo que tarda en pasar.  El manejo de mantas y demás propaganda, la distribución no muy densa o compacta de los participantes y el ritmo lento de avance, pueden ser manejados para hacer aparecer más grandes a los contingentes que participan en una marcha o caravana.
  • Para captar la atención del público, las marchas y caravanas deben tener un atractivo visual v auditivo.  El atractivo visual se logra con propaganda grande, vistosa, colorida, ingeniosa; así como por medio de carros alegóricos, muñecos, contingentes de jinetes o personas uniformadas, disfrazadas o vestidas llamativamente.  El atractivo auditivo se busca mediante música, bandas de guerra, cohetones, matracas, sirenas y, desde luego, las vivas, porras y consignas que gritan los participantes; en el caso de las caravanas, el sonido del claxon de los vehículos.  El mensaje visual y auditivo debe ser el mismo: el apoyo al candidato, la victoria segura, el ataque abierto o indirecto a los opositores y la invitación a votar en favor del candidato propio.
  • La marcha o caravana debe ser encabezada por un contingente que atraiga la atención del público, ya sea por las mantas y demás propaganda, por los vehículos o por su capacidad para generar música y sonidos que despierten la curiosidad de la población.
  • El candidato y las personalidades que avalen su candidatura deben ubicarse en el último tercio de la marcha o caravana, de modo que visual y auditivamente quede perfectamente clara su presencia.  El candidato se debe poder identificar fácilmente y de inmediato.  En esta parte de la columna se debe mantener el mayor entusiasmo.  Se trata de que el candidato, si es el caso, responda naturalmente al saludo de los espectadores.
  • El desarrollo de la marcha debe ser regulado de manera que mantenga continuidad en el paso de los contingentes, sin dejar espacios que puedan ser interpretados por el público como escasez de contingentes, desorganización o que la marcha o caravana se terminó.  El ritmo puede ser controlado mediante personas o vehículos intercalados entre los contingentes con la responsabilidad de mantener el orden y evitar discontinuidades.
  • Para distribuir propaganda de mano entre quienes se detengan a mirar la marcha, deben comisionarse grupos de activistas para que lo hagan a pie cerca de las banquetas en contacto con los espectadores. Estos grupos también deben asumir la tarea de vigilar el orden y la seguridad del contingente.
  • Para mantener el entusiasmo durante el trayecto, se deben intercalar, dentro de los contingentes, carros con sonido para estimular las porras, así como activistas que se encarguen de motivar gritos y aplausos de los participantes, de manera que la marcha resulte animada para todos.
  • En los lugares en donde se prevea mayor cantidad de espectadores, se aconseja ubicar algunos activistas que motiven el aplauso al paso del candidato.
  • La marcha o caravana se cerrará por algún vehículo que la separe ostensiblemente del tránsito normal, de modo que la gente pueda apreciar que el desfile partidista ha terminado.
  • Cuando la marcha o caravana culmina con un mitin, se coordinará el comienzo de éste con la llegada de los últimos contingentes para que el acto se inicie con la mayor asistencia posible.  Lo ideal es que tanto la marcha como el mitin resulten lucidos; sin embargo, si la marcha ha sido larga, resulta muy difícil pedir a los participantes que permanezca en el mitin; en consecuencia, se debe evaluar la capacidad de organización y de resistencia de las personas, antes de decidir efectuar los dos actos.
c. Campaña en la vía pública

Consiste en que el candidato se aposta en algún lugar concurrido por el público para presentarse personalmente y distribuir la propaganda por propia mano.  Lógicamente, como el contacto es muy breve, el efecto tiene que lograrse a la primera impresión.  Por ejemplo, el candidato se puede colocar a la salida del metro o de lugares de trabajo, tratar de estrechar la mano de quien se lo permita y entablar un rápido diálogo.  Para llamar la atención debe, por lo menos, disponer de una mampara, de un letrero o de una manta en donde aparezca su nombre y el puesto al que aspira.

Esta forma de hacer campaña tiene una selectividad muy limitada, ya que sólo es posible identificar a los electores por su edad aproximada y quizá por el transporte que usan; ninguno de estos factores garantiza que se trata de los electores blanco, conforme a la estrategia de la campaña.  Por eso, frecuentemente se utiliza no tanto para conseguir votos, sino para atraer a la prensa, así como para captar escenas que sirvan para producir spots realistas.

Una variante de la campaña en la vía pública son los recorridos por los mercados, plazas públicas y centros comerciales, a los que se les concede una selectividad mayor, porque quien asiste a estos mercados probablemente habita en los alrededores de la zona.  Para efectuar este tipo de campaña se requiere obtener la aprobación previa de los encargados correspondientes y la definición del día, horario y recorrido a realizar, a efecto de hacer la presentación cuando exista mayor aforo.

Se aconseja presentarse con algunos acompañantes, entre ellos fotógrafos y camarógrafos, de modo que formen un grupo que atraiga la atención.  El candidato aborda a los electores, se presenta con ellos y trata de estrechar su mano, mientras los voluntarios reparten la propaganda.  En el caso de los mercados, se suele combinar esta actividad con un saludo a los locatarios, a quienes puede solicitar permiso para colocar propaganda en sus puestos y obsequiar un mandil o una gorra con el logotipo impreso.

“Este tipo de campaña puede tener efectos multiplicadores, ya que los electores que se reúnen con el candidato hablan a sus familias y amigos acerca de sus impresiones; éstas, en las campañas locales, pueden ser más importantes que el apego a un partido o una ideología.”

Sin embargo, muchos electores serán cordiales, incluso si no tienen intenciones de votar por el candidato, por lo que no debe someterse el error de pensar que una recepción calurosa en la vía pública garantiza una victoria en las urnas.

Otra variante de la campaña en la vía pública es el "saludo al paso", más propio de las elecciones del mayor nivel, que consiste en que el candidato detiene su marcha rumbo a un acto de campaña importante y desciende de su vehículo para sostener un breve diálogo con grupos, generalmente rurales, apostados en algún lugar convenido de antemano.  Es frecuente que estos grupos, más que expresarle su apoyo, le planteen peticiones para una vez que haya asumido el cargo,

d. Ferias y espectáculos

Las ferias y espectáculos ofrecen otra oportunidad al candidato para presentarse ante una gran concentración de electores.  Tienen la ventaja de que el público asistente puede ser vagamente caracterizado, pero la gran desventaja es que las personas asisten a esos actos con el propósito de divertirse y no de exponerse a la propaganda, por lo que se corre el riesgo de provocar un gran rechazo; además, puede tratarse, en su mayoría, de electores no interesados en las cuestiones políticas y abstencionistas habituales.

Las ferias y exposiciones son menos riesgosas porque la presencia del candidato no interrumpe el desarrollo normal de las actividades.  El contacto candidato-elector puede manejarse con un procedimiento similar al de la campaña en la vía pública e, inclusive, instalar un puesto de propaganda en el que continuamente se presenten videos, se distribuya literatura y hasta se vendan artículos de la campaña. En los momentos de mayor concurrencia, el candidato puede hacerse presente y entablar contacto con el público.

En otro tipo de espectáculos, lo más frecuente es que se anuncie por el sonido local que se encuentra ahí el candidato y se trate de provocar un aplauso en un intento por estimular el reconocimiento de su nombre.  Pero el peligro siempre está presente y este aplauso puede resultar poco nutrido o generarse una rechifla que los opositores tratarán de convertir en muestra del repudio generalizado de toda la división electoral y que la prensa puede difundir como una gran noticia.

Espectáculos menos riesgosos son los emprendidos por el propio partido, las organizaciones de los barrios y aun por la misma campaña, como encuentros deportivos o torneos de ajedrez, para que el candidato dé la primera patada, por ejemplo, o entregue balones y trofeos a los triunfadores.  Se trata así, de interesar a grupos específicos de jóvenes poco motivados por las cuestiones electorales.

e. Verbenas

Consisten en una fiesta realizada en alguna plaza pública por el partido o algún grupo que invita a la población y distribuye entre los asistentes antojitos y bebidas.  En un primer tiempo, se presenta al candidato mediante un procedimiento similar al del mitin, pero de manera más breve e informal para no restarle al acto su carácter alegre y divertido.  En un segundo tiempo, el candidato acompañado de su comitiva da vueltas al kiosco o a un eje central y se detiene a saludar y conversar con los presentes.  El candidato se retira una vez que se han quemado los fuegos artificiales, si los hay.

En campañas más pequeñas, las verbenas pueden ser organizadas en los barrios por grupos de amas de casa que elaboran los antojitos y el candidato pone la música para hacer de la reunión un baile familiar-popular.  No hay discursos formales, sino sólo el contacto directo del candidato con los presentes.

En las verbenas también pueden distribuirse boletos entre los presentes para rifas improvisadas de artículos donados por contribuyentes de mayores ingresos. Éstos no deben ser caros, pues lo que importa de la rifa es, sobre todo, que proporcione entretenimiento al público reunido.

En cualquier caso, la selectividad de los asistentes a las verbenas es geográfica, ya que por realizarse en las primeras horas de la noche, lo más probable es que asistan quienes viven en las cercanías del lugar en que se lleva a cabo el acto, sobre todo si se trata de barrios.

Si se cuenta con un elenco artístico y se le da un formato adecuado, el acto puede ser transmitido en vivo por alguna radiodifusora local, con lo que se multiplica su impacto.

f. Reuniones con grupos organizados

Se trata de reuniones con grupos de electores, como sindicatos, clubes de servicio social, asociaciones patronales, agrupaciones ciudadanas, organizaciones vecinales y de barrio.  Estas visitas siguen el procedimiento general de contacto candidato-elector y pueden alcanzar un alto grado de selectividad demográfica o geográfica.  Su importancia inmediata depende del número de asistentes y, de manera mediata, de la comunicación que el grupo mantenga con todos sus miembros.

El candidato debe estar interiorizado acerca de los fines de la organización, el número de miembros, los directivos, la ideología y los grupos de electores que pueden influir.  Conviene que acompañe al candidato una persona familiarizada con los miembros del grupo para que se los vaya presentando.  Independientemente de la cobertura que puedan dar los medios noticiosos al acto, se aconseja contar con un fotógrafo para que capte al candidato saludando a los miembros del grupo, con el objeto de enviar Posteriormente las fotografías con una dedicatoria.

Algunos de estos grupos pueden contribuir con la campaña tanto con donaciones en efectivo o en especie como con trabajo voluntario.

g. Visitas a centros de trabajo

Consisten en el recorrido del candidato dentro de los lugares en donde labora una gran cantidad de trabajadores, como fábricas, instituciones de servicios, centrales de abasto y similares.  Acompañado por los líderes sindicales, los patrones o ambos, el candidato saluda brevemente a quienes se encuentran laborando, mientras sus auxiliares entregan propaganda.  El grupo comprendido en estas visitas puede ser homogéneo desde el punto de vista demográfico, pero no en lo que se refiere a las zonas de la división electoral en las que vive, a menos que cuente con su propia unidad habitacional, en cuyo caso, en ésta también se le podría contactar.

h. Reuniones de exposición de problemas

Se trata de una reunión en la que personas representativas o expertas en algún problema plantean frente al candidato sus puntos de vista mediante una ponencia breve.  Al final, el candidato expone su posición acerca de los problemas planteados.  El propósito de la reunión no es estrictamente encontrar soluciones al problema tratado, sino dar oportunidad al candidato de hacer declaraciones sobre los asuntos que se tocan, en un ambiente de reflexión racional, avalado por el prestigio de los integrantes de la mesa, a la vez que hacer gala de participación democrática y de permitir el contacto de los participantes con el candidato.

Lógicamente, los principales temas de las reuniones deben corresponder a los considerados en el mensaje de la campaña, de modo que estos actos sirvan para una mayor definición, aclaración y reiteración de las propuestas del candidato.

Las reuniones pueden ser organizadas con diferentes criterios: según un tema o un problema, como el agua, el empleo, la salud, la educación; de acuerdo con un área o una división política, como los problemas regionales, estatales, municipales, de una colonia o de un barrio; o conforme a un gremio profesional, como médicos, contadores, economistas, en las campañas mayores.

Como público asistente, nunca multitudinario, se selecciona a quienes de algún modo comparten las mismas características de los expositores; es decir, su representatividad y conocimiento en la temática que motiva la reunión.  En consecuencia, el carácter de invitado constituye, implícitamente, un reconocimiento del candidato a una condición especial, muy por encima del elector promedio.  Así, se da a este tipo de actos un carácter de reunión de trabajo y un tono selectivo, serio e informado.

Estas reuniones implican una preparación laboriosa para especificar temas, identificar y seleccionar ponentes, así como para mantener la disciplina de los participantes en cuanto al tema a tratar y al tiempo que debe durar la exposición.  Desde la misma selección de los ponentes, se trata de prevenir posiciones que puedan provocar controversias personales profundas y presionen al candidato a definirse públicamente en asuntos no considerados dentro de los temas de la campaña, o peor aún que puedan lesionaría, todo lo que tergiversaría el propósito del acto.

Este tipo de actos está dirigido fundamentalmente a los medios noticiosos, más que al público asistente, aunque también, como se ha visto, se le otorga motivación a éste.  Asimismo, en las campañas mayores, las ponencias presentadas pueden dar origen a un material que tradicionalmente se convierte en parte importante de la literatura de la campaña, dirigida a los electores más críticos e informados.

i. Desayunos, comidas y cenas

Son una manera en que el candidato convive con algún grupo organizado del electorado, como ejidatarios, clubes de servicio social, exalumnos, sindicatos, asociaciones de industriales o comerciantes.  Pueden considerar una intervención  verbal más o menos formal del candidato, o sólo un contacto directo e informal con los participantes, o ambos.  Son actos muy selectivos y generalmente no tan numerosos; por eso, para su mayor eficacia, debe procurarse la cobertura de la prensa.

Pueden formar parte del programa de colecta de fondos para la campaña, en cuyo caso la organización corresponde al comité de financiamiento.8

j. Recepción de grupos en el cuartel de campaña

Consiste en el contacto del candidato con grupos organizados que optan por presentar su apoyo en el cuartel general de la campaña.  El acto consiste en un breve diálogo y saludo de mano con cada uno de los asistentes.

A pesar de que estos actos son generalmente poco numerosos, pueden dar la oportunidad al candidato para hacer una declaración importante que tenga repercusión en los medios de comunicación masiva.

k. Cafés

Son reuniones informales que se llevan a cabo en el hogar de un simpatizante con algunos de sus vecinos o en algún restaurante con algunos de sus amigos.  En el primer caso, conocido como visita domiciliaria, la selectividad del acto es geográfica y, en el segundo, puede ser demográfica o de profesionales de alguna disciplina, por ejemplo.  En ambos casos, el grupo debe ser lo suficientemente pequeño para que el candidato interactúe con todos, esto es, que el número de asistentes no debe ser tan grande que impida la relación personal; se recomienda no más de treinta.

El asunto es esencialmente social, el café "es una excusa para juntarse, y el énfasis debe ser en una fácil informalidad y comodidad".  El candidato pretende establecer con los invitados una relación de nombre, sí es posible.  El simple hecho de estar presente y de interactuar con un número de electores es tan importante como lo que diga realmente el candidato, o más.

El procedimiento común consiste en una plática básica de unos cuantos minutos por parte del candidato, seguida por preguntas y respuestas de los electores; y después, si es el caso, un llamado solicitando voluntarios y apoyo financiero.  El candidato debe evitar hacer discursos en cafés, necesita dar sólo comentarios breves e informales.  Su acompañante debe distribuir literatura y estar al pendiente de la duración del acto, que no debe rebasar las dos horas.  Al término de la reunión, a quienes se han mostrado más interesados se les alienta a convertirse en anfitriones de otra reunión de café en su casa para sus propios amigos y familiares o en otro lugar con otro círculo de amigos.

Si se trata de vecinos, esto es, de visitas domiciliarias, alguno presta su casa y por sí mismo o con ayuda de otros hace las invitaciones a los demás y regala el café.  El candidato se presenta, da una breve reseña de sus calificaciones v motiva a que los asistentes para que pregunten.  Si no sabe todas las respuestas, las da después por teléfono personalmente, lo que refuerza la impresión favorable.  La reunión puede generar material de video, en el que el candidato aparezca contestando las preguntas de amas de casa, viudas y pensionados, en sus propios hogares.  El problema de estos cafés domiciliarios es que tienden a enfocarse más a cuestiones de servicios públicos y problemas urbanos de la zona.

Respecto a estas reuniones de vecinos o visitas domiciliarias, algunos recomiendan efectuarías en las casas de personas conocidas, respetadas y destacadas de los barrios, colonias, edificios, vecindades, ejidos y demás, con el propósito de que asista el mayor número de vecinos, y anunciar con mantas el sitio de la visita y la hora de llegada del candidato.

Si el café corresponde a un grupo de amigos, no de vecinos, el simpatizante del candidato se encarga de reunirlos y citarlos en algún restaurante o café.  Allí acude el candidato para comentar con ellos los temas que más les interesan.  La cuenta del café la puede pagar la campaña, el mismo anfitrión o cada uno de los asistentes.  La plática no tiene agenda y debe desarrollarse espontáneamente.  Además de que este tipo de reunión permite un diálogo ligero, puede tener como función reclutar trabajadores para la campaña.

l. Reunión con invitados especiales a los actos de la campaña

Consiste en una convivencia informal del candidato con los invitados especiales a los actos de la campaña.  Este tipo de actos corresponde a las campañas mayores, en las que se invita a personajes prominentes a acompañar al candidato a los lugares donde nacieron, o a la reunión de discusión en cuyo tema son conocedores o activos impulsores de su solución.

El propósito de la presencia de estos personajes en los actos de campaña es servir de aval a la candidatura ante la comunidad en la que tienen reconocimiento o prestigio.

Dado que forman parte de la comitiva, se aprovecha algún momento entre los actos de la campaña, como el traslado de un lugar a otro, para que el candidato salude y conviva informalmente con quienes lo acompañan en calidad de invitados especiales.

m. Visitas a personajes notables de la división electoral

Se trata de aprovechar el prestigio de que gozan algunas personas de la comunidad para hacer manifiesto, mediante una visita a su domicilio, que el candidato disfruta de su aval. Se da por supuesto que estas personas son líderes de opinión y su influencia es importante en algunos grupos.

Para que este acto tenga efectividad, debe darse a conocer a los electores sobre quienes esas personas ejercen influencia, ya sea por la manera aparatosa de hacerlo, si se trata de un líder vecinal, o mediante la difusión del acto por otros medios que les hagan llegar adecuadamente el mensaje del respaldo que esos líderes han otorgado a la candidatura.

n. Campaña de casa en casa

Se trata de que el candidato vaya puerta por puerta auto presentándose, explique que está haciendo campaña, pida el voto y deje un folleto en cada casa, aunque no encuentre a nadie.  El mismo candidato toca la puerta, se presenta con quien le abre, menciona el cargo para el que está haciendo campaña, solicita el apoyo y entrega alguna propaganda.  A menos que el elector quiera hablar una vez recibido el mensaje, la visita no debe durar más de 30 segundos; si el elector quiere decir algo, el candidato no debe permitirle más de dos minutos.

Este tipo de acto de campaña tiene un carácter de ofensiva, posee gran selectividad geográfica y es particularmente efectivo en elecciones locales o en distritos geográficamente pequeños, en los cuales es posible que un candidato pueda contactar así a una proporción significativa de los electores; pero en campañas más grandes, también puede ser usado en las zonas de mayor importancia estratégica.  En ambos casos, además de los efectos que se puedan lograr en los electores, produce la idea de que el candidato es muy accesible y está verdaderamente interesado en el elector común, en el pueblo; éste es el mensaje principal que entrega el candidato cuando acude personalmente a los electores, más que lo que pueda decirles en algunos segundos o escuchar durante escasos minutos.

Visitar a los electores en sus casas consume mucho tiempo y es una tarea exhaustiva.  Puede ser peligrosa para el bienestar físico y emocional del candidato por la agresividad de los electores, los perros y la fatiga.  Pero aún hoy, los electores se impresionan y agradecen que los candidatos les entreguen su mensaje en persona, les permitan verlos, oírlos, preguntarles, estrechar su mano y decirles lo que desean.  Además, "una visita crea un efecto de onda positiva a lo largo del vecindario".

Recurrir a la campaña puerta por puerta, depende del tamaño y carácter del distrito, de la personalidad del candidato y de la cantidad de tiempo disponible en la elección; "si el puesto es bajo, la circunscripción es grande y la votación ha sido tradicionalmente baja, esta estrategia no funcionará; si el puesto es alto, es mejor gastar el tiempo en mítines grandes o en lugares de gran afluencia de público".

Respecto a la campaña del candidato puerta por puerta, se han formulado diversas recomendaciones; entre las que destacan las siguientes:

  • Antes de decidir hacer este tipo de campaña, el candidato debe conocer físicamente el rumbo, examinar los tipos de casa, las vecindades, los edificios de apartamentos.  Ir de casa en casa es difícil en áreas rurales e imposible en algunos edificios de apartamentos y condominios que restringen la entrada libre.
  • Debe examinarse el tamaño físico del distrito para estimar si es realista usarla o si el tiempo disponible puede ser mejor empleado de otra manera.
  • Los recorridos deben ser cuidadosamente planeados y sistemáticamente ejecutados como parte de una estrategia general y procurar la mejor utilización del tiempo del candidato.  Las acciones de contacto puerta por puerta tienen que ser reforzadas por otras medidas.

 

  • Las visitas siempre deben realizarse a la luz del día, por seguridad del candidato y de los electores.
  • Si se prevé que los electores son aficionados a algún espectáculo deportivo, no deben hacerse visitas en los días y horas en que se transmita éste, porque si se les distrae de una jugada, por ejemplo, se provocará animadversión más que apoyo.
  • El candidato no debe vestir demasiado formal ni tampoco informal.  "Ni atildado ni descuidado."
  • El candidato debe usar un botón o un gafete muy visible de identificación y reconocimiento del nombre.
  • El candidato debe presentarse, señalar claramente el puesto al que aspira y alguna de las razones que lo motivan a presentarse en la elección.
  • Si la familia está ocupada y la presencia del candidato constituye una interrupción, debe proceder a disculparse y a pedir permiso para seguir su presentación.
  • Cuando se perciba rechazo manifiesto, el candidato debe retirarse de inmediato, sin tratar de argumentar en contra de lo que diga el elector.
  • Siempre se debe entregar algo al elector, de preferencia algún material impreso elaborado para este fin en donde destaque el nombre, el cargo y el partido; y que contenga información de utilidad permanente, como un calendario o números telefónicos de urgencias, por ejemplo.
  • No se deben tomar notas en presencia de los electores porque se puede prestar a que tengan sospechas acerca de lo que realmente de está haciendo.
  • Para mayor efectividad, los primeros contactos tienen que reforzarse con llamadas telefónicas ya cerca del día de la elección.

 3. Sustitutos del candidato en los actos de campaña

En campañas menores no es común que alguien sustituya a un candidato ausente. En campañas mayores es frecuente que alguna persona acuda a un acto en su lugar. Esto no siempre resulta desventajoso. En algunos casos, los sustitutos pueden ser oradores más creíbles que el mismo candidato para determinado auditorio, como puede ser el caso de la esposa de un candidato que asiste a una reunión de amas de casa.  Los sustitutos también tienen la libertad de decir cosas que al candidato no conviene decir.  Pueden ser más eficaces para pedir dinero a los electores porque no están apenados ni se sienten comprometidos, pues el dinero no es para ellos.

En el caso de que se decida utilizar en la campaña sustitutos del candidato para algunos de los actos, las personas deben ser cuidadosamente seleccionadas: primero, por su competencia para hablar en público; segundo, por tener una conexión claramente identificable con el candidato, como su esposa; y, tercero, por tener una conexión claramente identificable con el auditorio.

Suele prepararse una guía para que los discursos de los sustitutos tengan plena autoridad y sean vivos, informativos y precisos.  Esto también permite que el representante del candidato responda adecuadamente a las preguntas de la audiencia, sin correr el riesgo de representar mal al candidato.  Los sustitutos no deben leer sus discursos.

Antes de aceptar una invitación, se debe comunicar previamente al grupo que corresponda que sólo puede asistir un sustituto y no el candidato; asimismo, debe dársele la oportunidad de retirar la invitación si esta forma de tener contacto con la campaña no es de su agrado.  Enviar sustitutos sin aviso anticipado puede generar desilusión y posterior rechazo entre los asistentes; aún más, si el sustituto se desempeña pobremente.

B. El contacto candidato-electores por los medios noticiosos

A medida que se asciende de nivel en las campañas, el contacto más amplio de los candidatos con los electores se realiza por los medios de comunicación.  Esto es, en las campañas locales y pequeñas el contacto personal es intenso, mientras que en las estatales y nacionales la mayoría de los electores sólo conocen a los candidatos por los medios masivos, ya sea en la propaganda que difunden o en los programas noticiosos.

De cualquier manera, lo que la prensa comunica acerca de las actividades del candidato constituye otro aspecto a cuidar en este frente, porque si bien lo que se difunde corresponde al control de los medios masivos, es la actuación verbal y no verbal del candidato la que proporciona la materia prima de lo que la prensa puede transmitir instantáneamente a un conjunto de electores muchas veces más amplio que todos los que pueda contactar personalmente el candidato.

En suma, se trata de que el candidato, en su actuación personal y especialmente, en su comunicación con la prensa, tenga siempre en mente las posibles consecuencias que en los medios noticiosos puedan tener sus actos y, por lo tanto, en los electores que acuden a ellos para obtener información.

A fin de que la posible información noticiosa contribuya con los objetivos de la campaña, la estrategia general de la comunicación del candidato a través de los medios consiste en mantenerse siempre dentro de los límites de su mensaje y, si por alguna razón es desviado del mismo, volver a él con la mayor rapidez. Se trata así, de conservar congruente el discurso de la campaña y, por su reiteración, lograr que se abra paso hacia el elector al que se dirige, a pesar de la saturación informativa y publicitaria prevaleciente.

Al respecto se han formulado diversas recomendaciones que los candidatos deben observar en las distintas situaciones noticiosas, entre las que destacan las siguientes:

1. Declaraciones de prensa

a. Las declaraciones no deben tener contenidos que no se desee sean conocidos en algún otro lugar distinto a donde tienen su origen.  "Los candidatos tienen la idea de que pueden decir fuera de su campo, cosas que no dirían en éste." Los candidatos ya no pueden decir cosas incongruentes entre sí en diversas regiones, dados los medios instantáneos de comunicación.

b. Debe evitarse contradecir declaraciones previas, porque se irá haciendo fama de incongruente.  "Los candidatos se pisan los pies con asombrosa regularidad."

c. Todo el tiempo se debe mantener consistente el mensaje de la campaña.  "Reiterará su mensaje las veces que sea necesario, aunque los reporteros se aburran, pero los votantes finalmente tendrán el mensaje."

d. No deben darse soluciones fáciles para problemas complejos.  Si el problema es complejo, la solución será compleja.

e. El candidato no debe mostrar exceso de confianza.  "Diga que ganará, pero que será difícil, sobre todo si es puntero, porque puede fallar en hacer todo lo que exige la victoria.  Es mejor ser menos confiado, que demasiado; así se trabajará más duro."

f. Se debe ser cauto en las críticas a los opositores.  "No necesita oponerse a cada posición o declaración de su opositor; éste puede estar a veces en lo correcto.  Se puede diluir la fuerza de la crítica.  No se trata de frecuencia, sino de profundidad de la crítica."

2. Conferencias de prensa

a. En las conferencias de prensa, además del elector, existen por lo menos otros cuatro auditorios: los opositores del candidato, sus propios equipos, las élites políticas y los periodistas.  En ocasiones, los comentarios del candidato no sólo son significativos para el público en general, sino para uno o más de los otros cuatro auditorios.  El candidato debe estar consciente de qué mensaje envía a cada uno de ellos.

b. El uso de la conferencia de prensa, más que ninguna otra forma de comunicación, transmite seriedad y formalidad.  El mensaje a uno de los rivales hecho públicamente en medio de una conferencia de prensa, por ejemplo, implica un alto grado de compromiso.

c. El candidato debe tener precisa la información que desea que aparezca en los diarios y noticiarios; así como lo que no desea decir.

d. El candidato debe prever las preguntas que puedan ser formuladas, y preparar y ensayar las respuestas.

e. La actitud del candidato debe ser de completa apertura a las preguntas de los periodistas; de disposición a contestarlas con sinceridad y honradez.

f. La declaración de apertura debe tener un valor noticioso suficiente para que defina la perspectiva desde la que los hechos serán vistos.

g. Las preguntas más comprometedoras o difíciles deben contestarse sin enojo ni alteración.  Se puede ganar tiempo para pensar la respuesta mediante una pausa, repitiendo la pregunta o mencionando su importancia.

h. Los candidatos deben aprovechar las preguntas para reestructurarías y reafirmar el enfoque que se desea se otorgue a los hechos presentados.

i. Para asegurar que se transmita el mensaje deseado, las contestaciones a las preguntas pueden usar la fórmula P = R + 1, la que consiste en responder la pregunta "P" con la respuesta "R" de manera breve y añadir un mensaje de campaña relacionado con el tema.

j. En las campañas mayores, los candidatos pueden otorgar la palabra a los periodistas que prevén les harán preguntas que permitan reiterar su mensaje.

k. Si la conferencia empieza a ir mal, el candidato puede alargar sus respuestas de modo que se consuma el tiempo previsto para la conferencia y, por lo tanto, se reduzca la oportunidad de que la prensa haga mayores cuestionamientos.

l. Después de la conferencia, se acostumbra que los periodistas rodeen al candidato para tratar de preguntar cosas que les permitan hacer una nota especial e individual.  Se deben tomar medidas al respecto para que el candidato se muestre abierto y espontáneo.

3. Entrevistas

a. Debido a que constantemente se repiten las mismas preguntas en las entrevistas, el candidato debe esforzarse por no sonar aburrido y harto, por tratar de poner variedad en sus palabras, expresiones y respuestas.

b. Si bien es deseable que el candidato se muestre seguro, cómodo y conocedor de lo que se está hablando, no debe sonar egocéntrico, pomposo o demasiado tolerante.

c. Conceder una entrevista personal a un reportero, implica conceder otras tantas a todos.  Si es lo que se desea, debe formularse un calendario de entrevistas individuales, por intervalos, durante la campaña.

d. Se debe tener en cuenta que al referirse con demasiado detalle a problemas específicos, el candidato puede causar irritación de grupos de electores involucrados en los mismos, que no compartan sus posiciones.  Por eso, las preguntas riesgosas deben ser simplemente ignoradas o respondidas de manera ambigua.

e. Para un retador, no importa cuáles sean las preguntas del entrevistador, el consejo más difundido es criticar los logros del partido en el poder.

f. A un defensor se aconseja aprovechar cualquier entrevista para resaltar los logros de su partido al frente del gobierno.

4. Discurso de disculpa

Son discursos hechos por los candidatos que encuentran necesario disculparse por alguna afirmación o conducta.  Típicamente, la declaración o conducta implica un serio defecto en el carácter del candidato, algo que, si es ampliamente creído por el público, impedirá que el candidato gane.

Para lograr esta explicación con el menor daño a su imagen, los candidatos frecuentemente tienen tres propósitos en mente; primero, esperan explicar la conducta o declaración bajo una luz positiva; si el incidente que desencadenó la necesidad de disculpa no puede ser explicado positivamente, el segundo propósito es que, por lo menos, se justifique la conducta; el propósito final es quitar el tema de la discusión pública y permitir a la campaña moverse hacia otros asuntos.

Para afrontar la situación, se pueden usar estrategias tales como simplemente negar los "hechos, sentimientos, objetos o relaciones supuestas" que originan la acusación; o si el candidato no puede refutar la sustancia del cargo, puede negar la intención argumentando que la declaración o acción se ha mal interpretado; también tiene la opción de efectuar una confesión rápida que ponga el asunto que genera la disculpa detrás del candidato y permita a la campaña progresar en otros asuntos.9

Las disculpas son una forma reciente del discurso político.  El acento actual en el carácter de los candidatos y la agresividad de los periodistas contemporáneos parece, en estos años, haber creado situaciones que demandan mayor número de disculpas.

5. Debates entre candidatos

Los debates consisten en la confrontación de principios, plataformas, personalidades y antecedentes de candidatos y partidos, para lo que se reúnen en un lugar determinado quienes vayan a contender; hoy, generalmente, frente a las cámaras de televisión.

Los debates no influyen decisivamente en la mayoría de los electores, pero si la elección es muy competida pueden tener impacto suficiente como para decidir el triunfo o la derrota.  Su relativa influencia se deriva del hecho de que los electores, ya decididos en favor de un candidato, tienden a bloquear la información incompatible con sus preferencias mediante el proceso de percepción selectiva.  Sin embargo, los indecisos, los poco interesados e informados en cuestiones políticas, pueden decidir con base en el desarrollo del debate.  Además, la cobertura y los comentarios de los medios pueden influir, también, en la percepción que el elector tiene del debate.

a. Decisión de debatir

Los debates son considerados como un deber cívico de los candidatos y declinarlos se considera un insulto hacia los electores.  Quienes los rehúsan pueden ser atacados por sus opositores; y la prensa, de tener algo qué ocultar, de temer a la verdad y de que son débiles e incapaces de defender sus propias posiciones políticas frente a alguien que sí las puede rebatir.

Los debates presentan ventajas y desventajas para los candidatos.  Si la elección parece cerrada y los principales candidatos tienen duda acerca del resultado, el debate puede convenir a todos; pero si no es así, quien va adelante no tiene muchos incentivos para debatir.  Asimismo, como la capacidad de debatir no es pareja entre los participantes, conviene más a unos que a otros.  Los candidatos con menos posibilidades de ganar pueden hacer el juego a alguno de los más fuertes para golpear al opositor que más se teme.  De igual modo, convienen más a los candidatos con menos presencia y a los que retan al partido en el poder, a quienes los debates brindan una gran plataforma.  No obstante, parece ser que la mayoría de los electores desea ver a los candidatos en una confrontación personal.

Lo que se mantiene como regla es que nunca se debe aceptar un debate con sustitutos o representantes de los opositores, en cuyo caso procede un rechazo tajante que puede dar oportunidad para atacarlos por no ser capaces de enfrentar el reto por sí mismos.

b. Programación y definición

El número, horario y formato de los debates son materia de negociación entre los contendientes y sus grupos.  No puede esperarse que los candidatos se coloquen, ellos mismos en posiciones en donde no pueden prever razonablemente lo que pasará.  En consecuencia, cada candidato debe sentirse cómodo con todas las variables principales en la situación del debate: fecha, local, formatos, temas y participantes, así como con moderadores e interrogadores.  Es importante que el candidato sienta bajo control todas las variables principales.

c. Estrategia

El candidato debe decidir qué asuntos se incluirán en su presentación y cómo fundamentarlos para mayor contundencia; cómo sorprender a los opositores o hacerlos caer un error; qué actitudes adoptar frente a los ataques y críticas a sus posiciones; cómo dominar físicamente el debate por medio de pequeños movimientos; cómo usar el paralenguaje: por ejemplo, la rapidez en la exposición; y, el estilo "humano" o racional" que puede ser más efectivo.

"La primera regla del debate es atacar.  La clave es tomar la iniciativa y poner al oponente a la defensiva.  Pero si el ataque parece vicioso o sucio puede revertirse." Las estrategias de debate pueden clasificarse en previas, aplicables durante el debate y posteriores.

Las previas parten del supuesto de que un candidato es percibido como ganador, en función de lo que el elector espera que suceda; por lo tanto, se trata de mantener bajas las expectativas del electorado, de modo que no se requiera un gran esfuerzo para generar la idea de haberse desempeñado bien.  De lo contrario, si se pronosticaba que un candidato era superior y sólo lo hizo bien, el público no lo percibirá como victorioso.  Al efecto, los candidatos tratan, por un lado, de elevar las expectativas de sus opositores y, por otro, de acentuar sus defectos previsibles, de modo que la prensa y el público estén especialmente atentos a ellos.

Otra estrategia previa es definir cuál será el auditorio al que se debe dirigir, el blanco electoral al que debe apuntar entre toda la gran masa que seguramente verá el debate.  Normalmente, los candidatos mantienen los mismos blancos hacia los que se ha apuntado la campaña.  Definidos los grupos blanco, se formulan las respuestas a las preguntas previsibles.

Las estrategias puestas en práctica durante el debate se refieren a los temas por abordar y a la imagen por proyectar:

  • En primer lugar, el candidato debe desarrollar una tesis general que puede ser presentada en las declaraciones de apertura y de cierre, y repetidamente reforzada en las respuestas a muchos asuntos.  Esta estrategia parte del supuesto de que la mayoría de las personas olvidan en un lapso breve, casi la mitad o más de lo que escucha; no así, si un tema es repetido de manera constante.
  • En segundo lugar, los candidatos deben esforzarse por proyectar un estilo de liderazgo activo o pasivo, según convenga; por personificar un papel definido, como un tipo carismático o un administrador eficiente; y, por tratar de simbolizar lo que ellos creen que son las principales aspiraciones de su auditorio seleccionado.  En suma, los candidatos deben crear una personalidad congruente con el tema reiterado.
  • Las estrategias posteriores a la realización del debate, ya no corresponden al candidato ni a este frente: son parte de la lucha que se libra en el frente de la información noticiosa.

d. Preparación del debate

Aunque dan la apariencia de espontaneidad, los debates son altamente estructurados.  Se estudian las posiciones que los candidatos probablemente sostendrán; se analizan minuciosamente el contenido, el estilo y los matices que cada uno de los opositores ha mostrado en apariciones públicas.  Se prevén las posibles preguntas, aun las más fáciles, ligeras y triviales, y se desarrollan las respuestas; se realiza una simulación completa del debate en un recinto similar al que se utilizará: con cámaras, iluminación, escenografía, vestido el candidato con la ropa que usará y con personas que conocen a los opositores, a quienes tratan de imitar.

e. Algunas recomendaciones para el candidato

La recomendación más frecuente, básica y general, es la preparación.  Parecer espontáneo y mantenerse dentro de una estrategia definida sólo puede ser resultado de una ardua preparación.

El candidato requiere conocer las reglas y entender perfectamente el formato del debate; tener claros todos sus aspectos: cuál será su ubicación, desde dónde lo tomarán las cámaras, qué tipo de iluminación se usará, por cuáles micrófonos hablará; el tiempo, la frecuencia y el orden de sus intervenciones; de quién provendrán las preguntas.  Se trata de que el candidato evite cualquier sorpresa que lo obligue a actuar de manera improvisada.

El candidato debe ir preparado para su presentación de apertura, para responder a las preguntas más difíciles, para cerrar sus intervenciones con flexibilidad, de acuerdo con las circunstancias en que se haya dado el debate; también, para no engolosinarse con los buenos golpes que pueda dar a los opositores, so pena de debilitar su efectividad; para hacer preguntas serenamente, sin parecer malo o mezquino, o provocar el lucimiento de los otros; para mantener en mente que debe dirigirse a los electores blanco, no a quienes están presentes en el debate.

Sus propósitos serán abrir ofensivamente en lo que toca a actitud y sustancia, tratar de "tomar la iniciativa y hacer que el oponente reaccione y baile a su música".  Si son muchos los candidatos, lo que importa es sobresalir y dejar una impresión única por sus posiciones, ataques o actitudes.  Si dos de los candidatos se pelean entre sí, es mejor no meterse, sino colocarse por encima de la lucha y tratar de ordenar el debate.  Se propondrá, también, sorprender a los oponentes con algo nuevo, no utilizado durante la campaña.

Por último, el candidato debe ir preparado emocionalmente para no mostrarse a disgusto por haber tenido que aceptar el debate con candidatos muy débiles o que desempeñan una función de señuelos en la elección; para mantener la dignidad personal y la ecuanimidad; para no lanzar acusaciones falsas, ligeras o exageradas que puedan resultar contraproducentes; para no pelear con el moderador: si fuera evidente su parcialidad, sólo habrá de señalarlo serenamente.

1 “Recuerde que no se puede ganar la elección al principio, pero esté seguro que sí se puede perder”.

2 Véase el capítulo II "La agenda del candidato" de la Cuarta Parte del Manual.

3 Generalmente la responsabilidad de los actos se ubica dentro del área de programación.

4 Véase en el capítulo IV de la Tercera Parte del Manual, las tareas de la avanzada.

5 Ver al final del capítulo I de la Cuarta Parte del Manual, que se refiere a la integración de recursos humanos, materiales y equipo, el inciso sobre vehículos.

6 Es curioso cómo algunos candidatos se presentan permanentemente rodeados de su comitiva e invitados y, en realidad, no tienen contacto con los electores de la zona visitada, motivo principal de su gira.

7 Véase el capítulo III "La comunicación persuasiva" de la Primera Parte del Manual.

8 Véase el capítulo siguiente que se refiere al frente de la colecta de fondos.

9 Aconseja Alexander: “Diga la verdad. Es la cosa correcta que hacer y confundirá a su enemigo.”