La campaña tuvo como objetivo primordial convertir al candidato en ganador; si lo obtuvo fue porque pudo conseguir que la mayoría de los electores que ejercieron el sufragio votara en su favor. Pero no basta haber logrado el voto, siempre es necesario disponer de una estrategia de defensa de ese voto obtenido, especialmente en elecciones competidas.
El candidato pudo ser el idóneo para desempeñar el cargo por el que contendió; la investigación sobre la división electoral y las características de los electores que habitan en ella, pudo haberse realizado de la mejor forma; la planeación que se diseñó, integró y aplicó, haber sido la más adecuada; la propaganda utilizada, resultado efectiva; en suma, haberse desarrollado la campaña exitosamente por el impacto y la aceptación del candidato entre los electores; sin embargo, todo puede resultar en vano, si el esfuerzo para que no se altere el voto ciudadano no se continúa durante la jornada electoral y en los días posteriores hasta la declaratoria, por la autoridad competente, del resultado definitivo de la elección.
A. La defensa legal del voto
Desde el día de la elección, la campaña debe consolidar sus posibles resultados por medio de la defensa de los votos que los electores otorgaron al candidato. En función de ello, conviene definir e instrumentar, con toda oportunidad, una serie de medidas y acciones que permitan contar con todos los elementos necesarios para realizar una sólida defensa. Algunas recomendaciones son las siguientes:
l. Cada país cuenta con un sistema electoral y una legislación específica sobre la materia; dentro de la que se detallan las reglas que rigen la contienda. Uno de los rubros que incluye esa legislación es la vertiente de lo contencioso electoral, que tiene que ver con las condiciones en las que se desarrollan las elecciones y con los instrumentos que permiten realizar la defensa del voto. Sobre esa base: define las posibles irregularidades que pueden presentarse durante el proceso electoral; establece las instancias que atenderán las inconformidades; y determina los requisitos, procedimientos y tiempos que deben cumplirse para que sea atendida una inconformidad.
El derecho electoral de cada país establece los términos en los que es posible realizar la defensa del voto, de tal forma que es indispensable que cada partido cuente, cuando menos, con una persona especializada en la materia, que sea quien defina y coordine todas las acciones que tengan que ver con el aspecto contencioso electoral.
En el caso de que el partido no pueda proporcionar esa asistencia y la campaña cuente con los recursos necesarios, lo recomendable es contratar una asesoría profesional en la materia. Habrá que tener especial cuidado de contratar realmente a un especialista, pues una mala asesoría puede poner en riesgo un probable triunfo.
Debe cuidarse que esta persona tenga conocimientos y experiencia en la materia y que, además de atender los casos que lleguen a presentarse, otorgue capacitación a otros miembros del equipo del candidato, así como también a militantes del partido, ya que así se podrá contar con mayor número de elementos que puedan atender, en paralelo, diversos casos. Lo anterior resulta fundamental cuando existen plazos perentorios, establecidos dentro de la normatividad electoral, que deben respetarse para que el recurso que se promueva pueda ser atendido por la instancia que corresponda.
2. La jornada electoral es el momento más importante de todo el proceso. Cuando los electores participan en forma directa para manifestar su decisión de apoyo hacia un determinado candidato, partido o plataforma política, resulta primordial que, en cada una de las casillas que se haya determinado instalar dentro de la división electoral, se cuente con un representante que pueda comprobar que el voto reúne las características mínimas de ser libre, secreto y directo, de modo que si llega a detectar alguna irregularidad pueda actuar de acuerdo con las normas establecidas y salvaguardar la posibilidad de presentar, en tiempo y forma, la inconformidad respectiva ante la instancia competente.
Si en la elección de que se trate son más de uno los puestos que están en disputa y, por lo tanto, cada partido político cuenta con dos o más candidatos, éstos pueden ponerse de acuerdo de tal forma que entre todos garanticen, cuando menos, un representante por casilla.
También es recomendable tener un grupo de personas que pueda sustituir a quien, habiéndose comprometido a asistir como representante ante una casilla, avise que no podrá cumplir con esa encomienda o que, por alguna razón, el día de la jornada electoral no llegue con oportunidad a la instalación de la casilla. El objetivo será garantizar que en toda casilla haya representación propia.
Otra medida que ayuda a asegurar la presencia de un representante en cada casilla es asignar a un coordinador de representantes por cada diez casillas, responsable de que las mismas estén debidamente cubiertas. Este coordinador se reunirá, las veces que sea necesario, con quienes asumirán la función de representantes, para revisar, de manera conjunta, la forma en la que se desempeñará la función, la manera en que debe operar la casilla, las posibles irregularidades que pueden presentarse en la jornada electoral y cómo actuar en el caso de que se detecte alguna.
Para el día de la elección, el coordinador citará a los representantes, por lo menos sesenta minutos antes de la hora establecida para instalar la casilla, de manera que, en el caso de que alguno de ellos no asista, pueda poner en práctica el mecanismo de sustitución definido previamente, siempre y cuando las regias lo permitan, ya que la legislación electoral vigente puede no considerar la posibilidad de sustituir representantes en el último momento.
La función que han de cumplir los representantes de casilla es fundamental dentro de la estrategia de defensa del voto: son los ojos del candidato en cada espacio en el que los ciudadanos manifiestan su decisión por medio del voto. Por eso, es necesario que el partido y, en su caso, el equipo de la campaña recluten, con la oportunidad debida, al número de electores necesarios para tener la certeza de que se contará, cuando menos, con uno de ellos en cada casilla electoral, incluidos los posibles sustitutos.
La defensa del voto se relaciona, en forma directa, con el interés de que se respeten las reglas de la contienda, de manera que el candidato que obtenga el respaldo mayoritario de los electores sea el que se declare ganador. Por eso, constituye un llamado en favor del estado de derecho.
Puede existir también una defensa política del voto, al margen de las instancias legales, cuyo objetivo es exhibir ante la opinión pública las supuestas prácticas fraudulentas que condujeron al triunfo al opositor y presionar a las autoridades electorales o judiciales para que emitan una resolución en su contra. Al efecto, se organizan mítines, marchas, tomas de instalaciones, plantones e, incluso, una guerra de papel a través de la prensa.
De cualquier manera, defender el voto sólo tiene sentido cuando se ha ganado, no cuando no se obtuvo y sólo se pretende restar votos a los opositores para cambiar los resultados electorales o poner en duda la fuerza de un candidato demostrada en las urnas.
B. Las prácticas de la antidemocracia
"Entre los consuelos de la vida moderna está la fe compartida por muchos de que la historia está en favor de la libertad, de la igualdad y de la democracia; lo que no corresponde a la realidad." La victoria de la democracia no es históricamente inevitable. A lo largo de su desarrollo político, todos los países enfrentan desequilibrios que amenazan sus aspiraciones democráticas y prácticas electorales que pretenden y logran frecuentemente tergiversar los resultados
Aun en las naciones que hoy se consideran democráticas,2 ha habido periodos de gran corrupción electoral, porque el grado en que se puede expresar democráticamente la voluntad popular depende del concurso de un conjunto de factores políticos, económicos, sociales y culturales que no son permanentes ni estáticos, sino que varían en el tiempo y en el espacio.
Lógicamente, existen condiciones que dan eficacia a estas prácticas antidemocráticas: pobreza, ignorancia, desigualdad, monopolio de la información, concentración del poder en determinados grupos, subordinación de la prensa a los intereses del poder, propia cultura popular, son algunas de las causas profundas que hacen posible la manipulación electoral.
Quien realiza una campaña debe tener conocimiento pleno de los múltiples medios que se han utilizado para dar ventaja a determinado partido o cambiar el resultado del sufragio en diferentes épocas y en casi todos los países. La mejor defensa del voto es prevenir que se cometan estas acciones que, en la mayoría de los casos, constituyen verdaderos delitos electorales.
Entre las prácticas antidemocráticas más comunes para que un candidato gane ventaja durante la realización de la campaña, se encuentran las siguientes:
l. Agresiones y amenazas a los candidatos y equipos de las campañas. Pueden consistir en agresiones verbales, amenazas anónimas y acusaciones ante los tribunales por supuestos delitos, hasta la violencia física que llega a poner en riesgo la propia vida.
2. Espionaje electrónico. Consiste en interferir el sistema de comunicaciones de radio, telefonía o cualquier otro que utilice el candidato, la campaña y el partido, para obtener información de todos sus movimientos y estar siempre un paso adelante de sus acciones.
3. Infiltración en la campaña. Como en el caso anterior, se trata de obtener información acerca de los planes y operaciones de la campaña; la diferencia es que, para este mismo propósito, se infiltran agentes que aparentemente trabajan en favor de un candidato, pero en realidad sirven a alguno de sus oponentes.
4. Compra de dirigentes. Consiste en otorgar dinero, prometer posiciones o alguna recompensa similar a elementos clave de una campaña para que deformen sus planes y saboteen su desarrollo en los momentos más importantes. Se pretende garantizar así el triunfo del opositor.
5. Intimidación a posibles donadores. Se puede realizar de diversas formas, desde la amenaza de daño a los bienes, la reputación y la integridad física personal o familiar, hasta la insinuación de posibles pérdidas para quien se atreva a ayudar a determinado partido.
6. Bloqueo de servicios para las campañas. Consiste en acaparar todos los servicios que puedan servir para la comunicación de las campañas, con el objeto de que los otros partidos ya no puedan hacer uso de ellos: carros con altoparlantes, impresores, pintores, el mejor tiempo de radio, de televisión y similares.
7. Intimidación a los concesionarios de medios. Tiene como propósito impedir la venta de espacio y tiempo a determinados candidatos, así como evitar una posible actitud favorable hacía ellos en los programas noticiosos.
8. Acciones de distracción. Son actos populares como ferias, encuentros deportivos, audiciones musicales, fiestas y, en general, acontecimientos para atraer la atención popular en las cercanías y en los mismos horarios en los que un determinado partido realizará su mitin masivo principal.
9. Ocupación temprana de lugares. Se trata de posesionarse con anticipación del lugar donde se deba llevar a efecto un acto masivo, organizado por algún partido rival, para que el acto no pueda llevarse a cabo. Este tipo de agresiones con frecuencia desatan la violencia.
10. Suspensión de servicios públicos. La práctica más común es hacer un corte de la luz eléctrica en las plazas y explanadas en donde se celebran las concentraciones de un partido, con el fin de sabotear su realización.
Por otra parte, las prácticas antidemocráticas también son utilizadas para cambiar el sentido de los resultados electorales. Entre las acciones que con mayor frecuencia se han empleado para alterar el sentido del voto, se encuentran las siguientes:
11. Trazo amañado de las divisiones electorales. Se delimitan las divisiones electorales para dar mayoría a un partido. El gerrymander2 es una de las prácticas antidemocráticas más comunes en muchos países, aunque haya adquirido su nombre en Estados Unidos de América.
12. Registro selectivo de electores. En las zonas favorables a determinado partido se raciona, dificulta o llena de datos erróneos el registro de electores para que no puedan obtener, a tiempo, la credencial para votar y, por lo tanto, se disminuya su potencial de votos.
13. Aumento o supresión de electores. Se incluyen personas reales, ficticias o muertas para favorecer a un partido y se excluyen electores reales identificados con su opositor principal, a fin de modificar la fuerza electoral prevaleciente en la división electoral. Otra forma es la eliminación de un porcentaje de electores en las zonas consideradas favorables a un partido para bajar, de manera general, el potencial de votación en su favor.
14. Manejo selectivo de credenciales. No se entregan, se demoran para que el elector se aburra y ya no insista en participar, o se cometen errores en las credenciales correspondientes a las zonas identificadas como favorables a un partido, con el objeto de disminuir su potencial de votación. Estas prácticas pueden realizarse tanto en la emisión como en la sustitución de credenciales.
15. Retención de credenciales. Se recogen las credenciales a los miembros de las organizaciones afiliadas a un partido para facilitar algún operativo fraudulento.
16. Número y ubicación de las casillas. Se cancela o reduce el número de las casillas en zonas favorables a determinados partidos para saturar de electores y desalentar la votación por las largas filas de espera. Con igual propósito se habilitan casillas "especiales" para crear confusión y estimular el abstencionismo en detrimento de algún partido; asimismo, se demora la instalación de casillas para reducir la duración efectiva de la jornada electoral y, por lo tanto, la recepción de votos; además, se aguarda hasta el último minuto para dar a conocer la ubicación de las casillas y así dificultar la afluencia de votantes. También se escogen locales cuya disposición facilite el fraude en las urnas o que el voto no se emita de manera secreta.
17. Integración partidista de la mesa directiva de la casilla. Se nombran a miembros de un partido para que manejen la votación con parcialidad o se designa a ciertas personas a sabiendas de que no se presentarán el día de la elección y así poder colar, en el último minuto, a incondicionales o tomar decisiones sin la presencia de personas que pueden estar en desacuerdo.
18. Obstrucción de representantes en las casillas. Se anulan nombramientos cuando ya no hay tiempo de sustitución; se aumentan los requisitos para que muy pocos puedan cumplirlos; se intimida a los electores para que no acepten representar a determinados partidos, lleguen tarde a las casillas o no asistan a las mismas; no se entregan los nombramientos de representante a tiempo o incluyen errores para que puedan ser anulados; asimismo, se trata de intimidar y provocar continuamente a los representantes de algunos partidos para que se enojen, se vayan o, de plano, se les pueda expulsar del lugar.
19. Manejo de boletas electorales. Se imprime un mayor número de boletas o no se destruyen las boletas de prueba y con errores, para sustituir los votos emitidos legalmente; otra treta, es no contar las boletas electorales antes de iniciar la votación, con el fin de que no se conozca el número de boletas sobrantes y pueda facilitarse el fraude.
20. Creación de un clima de violencia para estimular el abstencionismo. Se trata de utilizar a las personas de mala fama de la localidad para que creen un clima de tensión y de violencia el día de la jornada electoral, con el objeto de que se puedan cancelar algunas casillas en donde, de otro modo, hubieran ganado determinados candidatos. A mayor escala, mediante rumores de que habrá violencia y el ostentoso patrullaje de las fuerzas armadas por las calles, se desalienta la votación.
21. Manipulación de la recepción del voto. Puede hacerse de diferentes maneras: aceptar electores sin credencial y electores de las listas complementarias en un porcentaje mayor al autorizado; permitir que un mismo elector o, peor aún, un mismo grupo de electores con distintas credenciales y sin estar sujetos a la tinta indeleble vote en la misma casilla dos o más veces; hacer demasiado lento el procedimiento de la votación para que los electores se desesperen y se vayan del lugar sin haber votado; permitir que un elector introduzca un grupo de boletas prevotadas en la urna; y dar por terminada la votación antes de que hayan sufragado los electores presentes.
22. Manipulación de las urnas. Consiste en rellenar con votos las urnas, antes de la recepción de la votación o después del cierre de la casilla. Estos actos se realizan en ausencia de los representantes de los partidos o en un momento de descuido u oscuridad: cuando ya de noche se presenta un corte repentino del abastecimiento de la energía eléctrica. Este mismo apagón, puede también aprovecharse para cambiar o robar la urna.
La entrega de la urna puede ser ocasión para modificar los resultados electorales. Por ejemplo, motivarse su anulación entregándola en lugar distinto al señalado o bien cerrando este lugar antes de que lleguen todas las urnas, de modo que no puedan ser recibidas y se anulen. Otras veces, puede retrasarse la entrega de urnas para hacer la sustitución de votos.
23. Robo de urnas. Esta acción suele suceder cuando se detecta que la votación es adversa a un determinado candidato o partido. El hecho reviste violencia y riesgo para quienes cometen el hurto, para quienes integran la mesa directiva de la casilla electoral y para los ciudadanos presentes en el lugar y en el momento del robo.
24. Alteración y cancelación de votos. Se toman como sufragios anulados los votos favorables a determinado partido, so pretexto de algún trazo o rasgo imperfecto; otra variante es cuando, en forma consciente, algún miembro de la mesa directiva de la casilla se encarga de modificar los votos en perjuicio o beneficio de un candidato o partido determinado.
25. Manipulación de la documentación electoral. Consiste en no levantar acta de apertura de casillas y negar copias de las actas levantadas durante la jornada a algunos de los representantes de los partidos; se trata de dar los primeros pasos para la ulterior alteración de todos los documentos electorales.
26. Revaloración y cancelación de casillas. Por un lado, se anulan las casillas necesarias para restar suficientes votos al partido ganador para que resulte perdedor; por el otro, se dan por buenas las casillas que el candidato favorecido tiene anuladas o impugnadas.
27. Declarar el triunfo prematuramente. Se anuncia el triunfo, a pesar de que sea pública y notoria la derrota. Se trata de desacreditar la victoria del contrincante, acusándolo de usar la violencia, el fraude electoral y el robo de urnas, para tratar de negociar posteriormente los resultados de la elección.
El antídoto contra las prácticas antidemocráticas es la organización popular que evita la concentración de poderes capaces de imponerse por encima de la voluntad de la mayoría. Hace un siglo escribía Lord Acton que: "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Hace menos tiempo, reflexionaba Mitterrand que: "a ningún hombre se le puede hacer el encargo de que ponga límites a su propio poder. Una sociedad debe organizar sus propias estructuras para otorgar poderes importantes a quienes están destinados a hablar y a obrar en su nombre, pero debe asimismo crear, en el marco de sus instituciones, una serie de contrapoderes."
En las elecciones, la organización ciudadana y la prensa libre e independiente son los contrapoderes que hacen posible preservar la democracia.
1 En México, José Antonio Gándara y Alejandro Lerma Kirchner han identificado con detalle este tipo de prácticas y los medios para combatirlas. En el Diccionario Electoral INEP se actualizan estas prácticas antidemocráticas. Véase la Bibliografía de este Manual.
2 Véase el capítulo V “Factores estructurales y coyunturales” de la Segunda Parte del Manual.
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