En las campañas simples el candidato es su propio canal para comunicar el mensaje, por lo que, más que una organización, necesita sólo de cierta ayuda para contactar a los electores; sin embargo, a medida que la cantidad, la diversidad y la dispersión de los electores aumentan, se requiere recurrir a otros canales y, por consiguiente, comienza a crecer la necesidad de una organización para dirigir los nuevos medios hacia los grupos de electores adecuados, estimular el voto de quienes se manifiesten en favor, así como atacar y responder a ataques de los candidatos opositores.
Así, la organización de una campaña varía conforme el nivel de la elección, de las estrategias mediante las que se pretende obtener el triunfo y de los recursos disponibles. Cuando se asciende el nivel, la escala de las operaciones aumenta, la organización se hace más compleja, crece la necesidad de personal especializado y se requiere extender ramificaciones a las áreas geográficas más relevantes; en el plano nacional, la organización de una campaña puede llegar a integrar a decenas y hasta cientos de profesionales, empleados y voluntarios distribuidos a lo largo de vastos territorios.
El plan de la campaña es la base para estructurar la organización; a partir de los objetivos y estrategias en él consignados, se asignan tareas y responsabilidades a los diversos grupos e individuos participantes. De ahí que no exista un modelo único o una sola manera de organizar una campaña; la organización es sólo un instrumento para ordenar las actividades que, de acuerdo con la estrategia, tienen que cumplirse, y para otorgar la autoridad que haga cumplir los objetivos señalados en el plan. Cada campaña, conforme a su plan y su estrategia, tiene que desarrollar su propia organización.
A. Características organizacionales de las campañas
Tradicionalmente, la organización se refiere al doble proceso de dividir el trabajo entre los individuos que participan en un esfuerzo cooperativo y de reintegrarlo, de modo que la participación individual contribuya racional y eficientemente al logro de un propósito común. Al efecto, se precisan áreas de competencia, y se definen jerarquías y relaciones formales e impersonales para que sirvan de marco de coordinación a la actualización de quienes cooperan para conseguir un objetivo y no omitan, dupliquen o traslapen sus esfuerzos.
Sin embargo, la organización de las campañas no es sólo el resultado de una división racional del trabajo de hacer y de decidir, sino el fruto de una coalición de fuerzas diversas que se juntan temporalmente con el único propósito de hacer ganar a un candidato. Entre más representativa del resto del electorado sea esta coalición, mayores probabilidades existen de que la campaña pueda movilizar en su favor a la mayoría de los electores el día de las elecciones.
Esta coalición sirve de base para que la campaña construya su organización a partir de un conjunto de grupos e individuos sobre los cuales no puede existir una relación propiamente jerárquica ni formal, como los miembros de un comité de finanzas; o los grupos organizados que colaboran en la promoción del voto, las empresas y medios de comunicación que le prestan servicios; y aun los voluntarios que individualmente se unen a la campaña. Es precisamente este carácter de coalición creciente el que determina la fuerza de la campaña porque permite que, día con día, se adhieran nuevos miembros a la causa que hace que las fronteras organizacionales se mantengan siempre abiertas y en permanente indefinición, pero también, si se tiene éxito, en proceso de constante ampliación. 1
En consecuencia, la organización de la campaña no puede adquirir los rasgos burocráticos weberianos de formalidad, jerarquización, centralización e impersonalidad, en la medida en que está basada en el compromiso personal de grupos e individuos con el candidato, con su partido o con ambos grupos e individuos que como seguidores y no como empleados, aun los remunerados, no están sujetos al control estricto que existiría en otro tipo de organización.
Por otra parte, la organización de las campañas tiene una existencia temporal, de modo que desaparece una vez pasada la elección, se haya logrado o no su objetivo. Esta temporalidad obliga a una lucha incesante contra el tiempo y determina que el esfuerzo sea muy intenso, que no haya muchas oportunidades para corregir errores en el desarrollo de las actividades y que el resultado de todo el trabajo sólo sea conocido con certeza cuando ya no hay nada que hacer; es decir, técnicamente se trata de una organización sin retroalimentación, a pesar de las encuestas que pueden dar una idea de los probables avances. Esta incertidumbre es origen de grandes tensiones y conflictos entre los miembros de la campaña cuando se va acercando la fecha de la elección, ya que en las discusiones sobre los problemas que enfrenta la campaña la subjetividad y la opinión personal no pueden ser contrarrestadas con los hechos.
Asimismo, debido a la diversidad y complejidad de las tareas que tienen que realizar para lograr su objetivo, las campañas integran en sus actividades a políticos, representantes de grupos de interés y ciudadanos comunes y corrientes, cuyas perspectivas e intereses diferentes y hasta contrapuestos tienden a provocar dispersión y conflicto dentro de la organización. Esto obliga a la campaña a utilizar personal pagado para allegarse especialistas en las distintas áreas de sus actividades y asegurarse de que las labores sean ejecutadas. Este núcleo se constituye como otra estructura básica sobre la cual se desarrolla la organización de la campaña debido a su capacidad profesional y a que las posibilidades de ejercer control sobre él son mayores, además de que el personal pagado puede disponer de más tiempo y es más confiable. Por eso, también se cree que la situación ideal es tener muchos voluntarios y un número suficiente de personal pagado para hacer uso efectivo de estos voluntarios.
Además, debido a que se participa en una lucha electoral que ocupa la atención de la ciudadanía y de los medios masivos, quien trabaja para una campaña establece vínculos emocionales con el candidato y con sus compañeros, de manera que su compromiso personal es de mayor importancia que el sueldo u otra forma de pago que pueda recibir. Esto obliga al candidato a dedicar especial atención a sus colaboradores para mantener la motivación necesaria mediante nombramientos llamativos, títulos, celebraciones, convivencia y reconocimientos periódicos por las tareas realizadas.
Por todo lo anterior, la organización de la campaña no puede ser una estructura formal, rígida y centralizada; es más bien un conjunto de grupos de trabajo encargados de realizar actividades concretas para obtener objetivos específicos. La unidad de dirección de todos estos esfuerzos se consigue por medio del plan de campaña, en el que se consignan objetivos, estrategias, metas y tiempos que sirven de guía para todos; sólo así es posible la actuación ordenada de los grupos e individuos diversos de manera descentralizada con base en tareas específicas.
Otro instrumento utilizado comúnmente por la organización de la campaña para dar coherencia a las acciones es un comité de dirección en el que se integran representantes de los principales grupos activos. Este comité se reúne frecuentemente para planear el comienzo de cada nueva fase, aprobar los programas, discutir las finanzas, tratar los problemas conforme surgen y servir como "el cerebro colectivo de la campaña viviente".
Asimismo, otro elemento de coordinación para la actuación conjunta, es la habilidad del candidato y del coordinador de la campaña para imponer la disciplina necesaria para seguir el plan, promover la armonía, elevar la moral y no desviar el rumbo del objetivo, que es el triunfo. De este modo, las distintas unidades definidas por la organización pueden operar en concierto con las demás; hacer que así suceda es la tarea del coordinador de la campaña.
B. Principales tareas que comprende la campaña
Técnicamente, la organización de las campañas equivale a la organización de proyectos. Un proyecto es una organización dedicada al logro de un objetivo en un tiempo establecido, de acuerdo con un presupuesto y especificaciones predeterminados. Carece de retroalimentación, al menos en las primeras etapas de su desarrollo. Los proyectos se organizan típicamente conforme a las tareas que tienen que cumplirse en tiempos fijos, cuya realización se encomienda a grupos de trabajo que funcionan descentralizadamente coordinados por un jefe del proyecto.
La campaña, como un tipo de organización de proyecto, se estructura de acuerdo con las actividades que hay que realizar para cumplir con su objetivo electoral; estas actividades se sujetan a tiempos, modalidades y presupuestos; asimismo, la jefatura se encomienda a un coordinador, jefe o director de la campaña.
Las tareas a realizar por la organización de la campaña tienen su origen en las carencias e incapacidades del candidato, desde la imposibilidad física de tener contacto con todos los electores de su división durante el corto tiempo de la campaña, hasta la falta de conocimientos especializados en la investigación política o la propaganda. Estas carencias e incapacidades se hacen más evidentes a medida que el esfuerzo de campaña es más grande y complejo. Por eso, todo el equipo de campaña no tiene más razón de existir que compensar estas insuficiencias y ampliar al máximo la capacidad del candidato para transmitir su mensaje y estimular a los electores hacia las urnas.
Las tareas básicas que de alguna manera -se encuentran presentes en una campaña asignadas a un puesto, a un departamento o unidad organizacional- son:
1. Las tareas del candidato
La tarea básica del candidato es la comunicación de su mensaje dirigido a los electores más persuasibles. Esta es una labor que debiera realizar sólo el candidato pero, por razones de imposibilidad física y de tiempo, se ve obligado a compartir este esfuerzo. Por eso, se considera que el candidato es el objeto de la organización de la campaña, más que un miembro de la misma.
Dado que la organización es un instrumento para ampliar sus capacidades, el candidato es la autoridad máxima, quien toma las decisiones finales. Tiene la última palabra en todo el plan, la estrategia, su instrumentación y procedimientos, presupuesto, contratos, propaganda, toma de posición frente a problemas, etcétera; nada debe ser expuesto ante el público en nombre del candidato o de la campaña, sin su consentimiento y aprobación.
De acuerdo con la magnitud del esfuerzo por realizar, el candidato requiere de personal de apoyo: ayudantes, choferes, personal de seguridad, etcétera; cuya tarea es facilitar el acceso físico directo, seguro y rápido del candidato hacia los electores a quienes desea entregar su mensaje.
Para desempeñar estas tareas, algunos candidatos se apoyan en un chofer ayudante que está constantemente a su lado y desarrolla tina sensibilidad especial de las necesidades del candidato, de modo que siempre trata de que se vea y funcione tan bien como sea posible cuando está en campaña. El chofer ayudante verifica el itinerario del día siguiente, estima el tiempo de viaje, selecciona rutas alternativas, recibe los mensajes importantes para el candidato, maneja su equipaje, los gastos menores y mantiene el vehículo de campaña limpio, con gasolina y con materiales de campaña, como si fuera una oficina portátil.
2. Investigación
En una campaña pequeña, el candidato puede conocer por su nombre y sus inclinaciones a todos o a una parte de sus electores. Lógicamente, a medida que el electorado crece, se constituye en un enigma a descifrar la posible respuesta que los diferentes electores darán a su mensaje y los medios que pueden ser más eficaces para hacérselos llegar; tampoco puede saberse ya cuántos y quiénes lo apoyarán con recursos y sus votos, o cómo tratarán de ganar sus opositores. Contestar estas interrogantes para que el candidato pueda ser más eficaz en su labor persuasiva, es el propósito de la tarea de investigación, cuya importancia se incremento conforme el nivel de la elección y el grado de competencia entre candidatos.
Por medio de una persona, un equipo grande o pequeño, o mediante contratos con compañías especializadas, la investigación es una tarea a partir de la cual se otorga racionalidad al esfuerzo general de la campaña.
3. Programación
El tiempo disponible del candidato o de su esposa, si es el caso, para la labor de persuasión, es el recurso fundamental de la campaña. Tiene que ser objeto de una cuidadosa distribución, de modo que se emplee con los electores y grupos de electores más relevantes para la victoria electoral, con la oportunidad adecuada y el menor desperdicio en recorridos y viajes. Este es el propósito de la tarea de programación: el empleo pleno del tiempo del candidato con los electores que le darán el triunfo.
Esta tarea puede ser desempeñada por el secretario del candidato en las campañas menores, o por todo un equipo responsable de definir los actos y de fijar las fechas en los que el candidato hará presencia con el electorado, personalmente o por los medios masivos, conforme al plan.
4. Avanzada
Ningún candidato puede exponerse a sorpresas, deficiencias o deslucimiento en los actos a los que asiste, por los obstáculos que pueden existir para comunicar adecuadamente su mensaje o las repercusiones que un incidente puede tener en la opinión de sus electores. Cuidar y corregir las condiciones en las que se presentará el candidato o su esposa es el objetivo de la avanzada. Se trata de que el candidato conozca de antemano si existe un hecho inesperado y de que transmita su mensaje en las mejores condiciones físicas (iluminación, sonido, visibilidad, seguridad, estrado, escenografía, propaganda colocada y distribuida), políticas (oradores, presidium, invitados de honor, posibles impugnadores), informativas (cobertura adecuada por los medios masivos) y de predisposición del público (animación, entusiasmo, solemnidad), de manera que el impacto sea el mayor posible con su presencia.
En campañas pequeñas, el candidato puede correr el riesgo de presentarse sin ninguna prevención. En las mayores esta tarea puede realizarse por una o dos personas o por todo un equipo, según el nivel de la campaña. Dentro de los niveles más altos, la avanzada puede comprender no sólo la tarea de verificación, corrección e información al candidato, sino la instalación misma de los elementos físicos y escenográficos, el manejo del equipo de sonido, iluminación y grabación de audio y video, como un medio de garantizar la mejor imagen visual y auditiva del candidato.
5. Colecta de fondos
Si la campaña no depende exclusivamente del financiamiento público o partidista, la colecta de fondos es una cuestión de sobrevivencia, a la cual el candidato debe dedicar buena parte de su tiempo disponible, con el auxilio de personas acomodadas económicamente y radicadas en la división electoral.
De acuerdo con la estrategia y el calendario de la colecta de fondos, las tareas de pedir donaciones personalmente o por otros medios, así como la organización de actos principales o menores, pueden ser asignadas a un comité, a una persona o a un grupo. En las campañas del mayor nivel, además de los comités y de los grupos de voluntarios, la colecta de fondos por correo o por teléfono puede ser contratada a una empresa especializada que trabaja por un porcentaje de lo recaudado; asimismo, los comités de financiamiento pueden ser organizados también en las localidades más importantes de la división electoral.
6. Propaganda
Aun en las campañas pequeñas se requiere de una tarea de propaganda diferente a la que realiza el propio candidato. Este esfuerzo puede consistir en la colocación de letreros en la forma de carteles, mantas, bardas pintadas o la distribución de volantes puerta por puerta, tarea que difícilmente el candidato puede hacer por sí mismo. En una escala mayor, la campaña puede comprender medios más complejos como los spots de radio y de televisión. De este modo, si la tarea es simple puede ser encargada a un grupo de voluntarios; pero en la medida en que se torna compleja, se requiere de un equipo que, con mayores conocimientos, contrate los servicios de diseño y producción de la propaganda, compre tiempo y espacio en los medios, vigile su difusión conforme a lo pactado y mantenga actualizada la propaganda de acuerdo con las etapas en que se desarrolle la campaña.
La asignación de esta tarea puede encomendarse a una persona o un grupo que la coordine con la asistencia de los profesionales y las empresas adecuadas, de acuerdo con el alcance y complejidad que tenga la estrategia de medios pagados incluida en el plan de campaña.
7. Información
La persuasión que personalmente lleva a cabo el candidato, aun en las campañas menores, no debe circunscribirse a los electores asistentes a sus actos. Se requiere que su mensaje a los presentes sea conocido también por los no presentes en el momento de su realización. Esto sólo puede lograrse por el manejo informativo de la campaña, de modo que se obtenga la atención, cobertura, difusión y comentario favorable de los medios masivos de comunicación, Asimismo, se trata de responder, de la mejor manera posible, a las necesidades de información de los medios acerca de las posiciones del candidato en los diversos asuntos públicos. Lograr este propósito puede ser responsabilidad de una persona o un equipo, según el nivel de la campaña.
La información en los medios es complementaria de las actividades del candidato en las campañas menores y locales, pero en las de mayor nivel esta relación puede invertirse; esto es, toda la actividad del candidato está dirigida a provocar su repercusión en los medios masivos, sin gran consideración de los electores presentes, cuya proporción siempre es mínima respecto al gran público de masas.
Lógicamente, la tarea también se complica en cuanto crece la importancia de los medios de comunicación en la campaña y aumenta el número de personas dedicadas a atraer a la prensa y a difundir la información de la campaña desde su perspectiva, más favorable, mediante boletines o conferencias o entrevistas planeadas. En contraste, en algunas campañas pequeñas, esta tarea se combina con la de propaganda, tanto por razones de escala como porque algunos medios pueden condicionar la cobertura de la campaña a la compra de espacio y tiempo para la difusión de propaganda.
8. Administración
Es una tarea que adquiere importancia conforme al volumen de recursos manejado. La campaña más simple necesita de alguien que realice tareas tales como comprar material para la propaganda o mandar imprimir volantes. Si los recursos aumentan, es necesario el establecimiento de toda una organización capaz de un manejo económico y eficiente, así como de cumplir con los registros e informes que requieran las autoridades electorales.
Esta tarea se puede asignar a un administrador, auxiliado por alguna otra persona, o se puede constituir un grupo importante de trabajo si hay de por medio contratos, compras o ingresos cuantiosos.
9. Trabajo voluntario
Los voluntarios, que constituyen prácticamente el único tipo de personal en las campañas pequeñas y locales, son responsables de la realización de tareas simples como la colocación y distribución de propaganda impresa. Su importancia depende del nivel y de la estrategia de la campaña. Cuando la campaña corresponde a los mayores niveles, se tiende a apoyarse más en la comunicación masiva, por lo que la tarea de los voluntarios puede no ser ya muy relevante. Sin embargo, en condiciones de competencia cerrada, cuando conviene una estrategia puerta por puerta de promoción del voto, los voluntarios llegan a adquirir una importancia decisiva.
De cualquier manera, en todas las campañas existen voluntarios, así sean aquellos que desempeñan tareas para el candidato, como miembros de una organización cuyo objetivo permanente no es político, o los que directamente se adhieren a la campaña. Por eso, es importante la tarea de reclutar, entrenar y asignar trabajo a los voluntarios que manifiesten deseos de colaborar en diversas actividades.
El trabajo voluntario puede desempeñarse dentro de la organización de la campaña o en forma domiciliaria. Dentro de la organización de la campaña, los voluntarios trabajan no sólo en los "cuarteles"; también son asignados a laborar fuera como propagandistas, recolectores de fondos. Los voluntarios de casa desarrollan el trabajo en sus hogares, hacen llamadas telefónicas, escriben cartas personales de proselitismo para sus amigos, etcétera.
“Los estudios han mostrado que muchos voluntarios llegan a involucrarse en una campaña sólo por esta razón: una oportunidad para conocer gente y socializarse y, por lo general, son atraídos a la campaña por los asuntos que plantean, por la causa que persiguen, el carisma del candidato o la esperanza de diversión y emoción. Otra razón es el sentido de responsabilidad cívica. Cualquiera que sea su motivación, los voluntarios son la espina dorsal de cualquier campaña. No importa cuán bien fundado el esfuerzo pudiera estar o qué métodos se empleen, se dependerá de los voluntarios para desempeñar cientos de tareas. Los voluntarios son votos seguros, influyen en sus amigos para que voten por el candidato, hacen trabajo importante gratis, dan entusiasmo y vitalidad a la campaña.”
En muchas campañas, el manejo de los voluntarios se considera parte de la administración, pues se les concibe como recursos humanos, de modo que ésta es responsable de asignarlos a los otros grupos de trabajo cada vez que los necesiten para realizar tareas concretas, así como de controlar su reclutamiento, capacitación y gastos.
10. Organización territorial: coordinadores de campo
La dispersión del electorado y la emisión del sufragio conforme a una base territorial obligan a establecer una estructura también territorial de la campaña, de modo que puedan cumplirse la tareas especificadas en el plan y en el lugar que corresponda, como: la colocación y distribución de propaganda, la colecta de fondos, la organización de un acto del candidato en la zona y, en las últimas etapas de la campaña, la promoción del voto. Se trata, asimismo, de reclutar voluntarios para la lucha en el campo mismo en donde se encuentran los electores. Hay quienes consideran que una buena organización territorial es capaz de producir un 5% adicional de votos, lo que en elecciones muy competidas puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota.
La manera como se estructura esta organización territorial corresponde a la estrategia de la campaña, de modo que, lógicamente, se establecerá con mayor vigor en las áreas en las que será más importante la promoción del voto. Asimismo se fortalecerá, si es el caso, con equipos de promoción telefónica y de correo en estas mismas áreas de relevancia estratégica.
Para definir regiones dentro de la división electoral se puede usar una combinación de factores: número de electores, secciones, municipios o alguna otra división político-electoral, similitudes demográficas, líneas geográficas naturales y límites de los códigos postales. Cada región se puede subdividir en áreas usando el mismo criterio. Algunos estudiosos aconsejan identificar cinco regiones y, dentro de cada una de éstas, cinco áreas, de modo que con cinco coordinadores de campo iniciales, los que a su vez reclutan, capacitan y dirigen a otros 25, se pueda construir una estructura territorial sólida.
Generalmente, cuando el partido mantiene en operación una estructura territorial fuerte, la campaña la utiliza como su organización de campo, v no se requiere levantar una nueva organización, sino sólo instituir mecanismos de coordinación entre la campaña y las organizaciones partidistas locales. Si esta estructura territorial es débil o inexistente, la campaña tiene que establecerla.
La organización de campo, partidista o creada por la campaña, se maneja conforme a tareas concretas a realizar o actos específicos por celebrar en determinado tiempo, según el plan. Esto permite una descentralización importante de las operaciones.
Sin embargo, existe una gran interacción entre el candidato y la organización territorial de la campaña, de modo que mientras esta última se esfuerza por generar apoyo local para el primero, también el candidato, con su presencia, puede impulsar la tarea que realiza la organización de campo, sobre todo en las zonas en las que es difícil despertar el entusiasmo sin un contacto personal entre el candidato y los electores.
11. Dirección general: coordinador de la campaña
Las diversas tareas enunciadas requieren de integrarse en un solo esfuerzo, de modo que se vayan cumpliendo coordinadamente los objetivos intermedios propuestos en el plan de la campaña. Esta labor de dirección no puede ser asumida por el candidato sin distraer su tarea principal, que es el contacto persuasivo con los electores. En consecuencia, tiene que ser encomendada a un coordinador, jefe o director de la campaña, cuya responsabilidad es hacer que todos los participantes en la misma ajusten su actuar al plan, a sus estrategias, a los tiempos y fechas señalados; asimismo, corresponde al coordinador fungir como la autoridad máxima de la campaña, después del candidato, por lo que debe tomar las decisiones operativas v urgentes necesarias para mantener la campaña en marcha y en rumbo.
Otro aspecto importante de la tarea de dirección es mantener las relaciones con las organizaciones del partido, con las autoridades gubernamentales y, en general, llevar la representación de la campaña en todos los ámbitos en que se requiera.
La importancia de la dirección depende del nivel de la campaña; por ejemplo, en Estados Unidos se considera que dirigir una campaña para diputado federal, en una división electoral de aproximadamente 500,000 electores, equivale a manejar una empresa con un capital mayor a un millón de dólares. Además, "algunos políticos expertos piensan que un buen director de campaña puede influir hasta en un 10% de la votación total, dependiendo, por supuesto, de la competencia del director de campaña del oponente". De ahí la trascendencia de una buena selección del responsable de las tarea de dirección general.
12. Asesoría: consejo especializado
La tarea de la asesoría se hace necesaria de acuerdo con las actividades que se pretenda desarrollar durante la campaña. Entre mayor conocimiento especializado requiera el correcto y eficaz desempeño de estas actividades, la asesoría en esas materias específicas se hará indispensable. Las áreas en las que las campañas hacen comúnmente uso de servicios de asesoría son la dirección de la campaña, la realización de encuestas, la colecta de fondos y el uso de medios masivos; sin embargo, en los niveles más altos, que necesitan de campañas más complejas, el número de especialistas de diferentes materias puede extenderse al derecho electoral, a la elaboración de discursos, diseño de la imagen del candidato, colecta por correo y manejo de la prensa, entre otras.
La regla básica en el momento de elegir a los consultores es determinar desde el principio qué servicios requiere efectivamente el candidato, de acuerdo con la estrategia básica de la campaña y, a partir de esta necesidad, analizar a los posibles consultores.
13. Toma de decisiones estratégicas: comité de dirección
Las decisiones de carácter estratégico deben tomarse en las mejores condiciones de conocimiento e información; mientras que en las campañas simples y pequeñas quien mejor conoce lo que se está haciendo y dispone de mejor información es el propio candidato, cuando el volumen y complejidad de las actividades de la campaña aumentan, el conocimiento y la información ya no pueden ser concentrados por un solo individuo, así se trate del candidato mismo. Por lo tanto, las decisiones tienen que ser tomadas en forma colectiva, de manera que los conocimientos e información que poseen los principales responsables de la campaña concurran, se confronten y lleguen a identificar y a escoger la mejor opción, con base en una valoración objetiva de la situación y de lo que el candidato y la organización son capaces de hacer para superar obstáculos, responder ataques o continuar y fortalecer su desarrollo hacia la victoria.
Este es el papel del comité de dirección, que integra a los principales directivos y consultores que intervienen en la campaña. Se trata de que mediante el funcionamiento de este comité todas las actividades mantengan la unidad de dirección, se coordinen entre sí, se valoren los avances en el cumplimiento del plan y se tomen las decisiones necesarias para mantener el rumbo de la campaña.
El comité se debe reunir sistemáticamente cada semana o cuando surja algún problema acerca del que deben considerarse distintos puntos de vista. El comité aconseja y recomienda, pero el candidato conserva para sí la decisión final.
Algunos partidos organizan sus campañas a partir de un comité que trata de integrar personajes relevantes en la política, los negocios, los sindicatos o cualquier otra actividad, nacidos o residentes en la división electoral, de modo que sean representativos del electorado. Mediante esta vinculación de la organización de la campaña con la población se pretende atraer apoyo al candidato. Formalmente, la toma de decisiones estratégicas correspondería a este comité, pero en la práctica su función se limita a avalar públicamente la candidatura, sin intervenir en la toma de decisiones de la campaña. De constituirse este comité, debe vigilarse que su integración sea especialmente representativa de los grupos de electores comprendidos en la coalición ganadora definida por la estrategia de la campaña.
14. Otras
Es responsabilidad del partido, en sus diferentes niveles, llegar organizado a las elecciones, con los cuadros, comités, subcomités y secciones no sólo integrados, sino funcionando. Durante la campaña, la organización permanente del partido debe estar orientada a apoyar en todo al candidato. Los comités partidistas estarán dispuestos a que temporalmente algunos de sus miembros sean responsables de diversos aspectos de la campaña. "Se debe dar al comité de campaña todo el apoyo posible y toda la autoridad necesaria y recordar que, transitoriamente, el comité de campaña viene a ser una organización sobrepuesta a la organización normal del partido, que desaparecerá una vez que transcurran las elecciones."
Generalmente, las campañas mantienen relaciones de coordinación y cooperación con las organizaciones partidistas que corresponden al nivel en que se lleva a cabo la elección, sea éste nacional, estatal o municipal, de modo que los esfuerzos se complementen y multipliquen con el mínimo de fricciones y desperdicios.
La organización del partido puede constituir una base importante para estructurar la organización propia de la campaña; pero si esta organización es débil o inexistente, la campaña tiene que suplir estas carencias con sus propias fuerzas. Esto es muy claro, por ejemplo, en lo que respecta al reclutamiento, selección, capacitación y nombramiento de los representantes del partido y el candidato ante los órganos electorales, sobre todo, los más numerosos que se desempeñan en la casilla.
Si el partido cumple con su responsabilidad en la organización de las elecciones y cubre con representantes todas las casillas oportuna y adecuadamente, la tarea del candidato se restringe a la motivación y reconocimiento de quienes estarán en las casillas en representación del partido y de él mismo. Mediante reuniones, saludos y agradecimientos, el candidato trata de asegurar la asistencia y buena disposición de estos representantes para el día de la jornada electoral.
Pero si el partido descuida esta importante tarea, la campaña tiene que asumirla. En consecuencia, la acción electoral, como es conocida generalmente esta labor, tiene que ser otra tarea básica que debe integrarse a la estructura organizativa de la campaña, con el propósito de tener representantes capacitados y motivados en todas las casillas de la división electoral, y con mayor cuidado en las que se recibirán los votos correspondientes a los electores considerados integrantes de la coalición ganadora.
Lo mismo sucede con las tareas de vigilancia y defensa del voto. Estas tareas, de suyo innecesarias en un sistema democrático pleno que ha erradicado toda práctica fraudulenta, deben ser asumidas por el partido en los casos en los que aún se juzgue necesario realizarlas. Pero si el partido no parece cumplirlas, también deben integrarse a la estructura de la campaña; en especial, si la votación se prevé cerrada, algún plan de contingencia debe hacerse para el caso de un posible recuento.
Por otra parte, algunas campañas mayores invitan a personalidades destacadas en cualesquiera de los ámbitos del quehacer humano, que residen o son originarias de la división electoral en que tiene lugar la campaña, para que asistan a una etapa, durante unos días a la gira, o bien a un solo acto de la campaña. El propósito es que con su presencia y eventual participación en el acto, avalen públicamente la candidatura, con la esperanza de que su prestigio acarree algunos votos el día de la elección.
También, cuando se organizan foros para discutir los principales temas de la campaña, se turnan invitaciones a personas prominentes y líderes de grupos de interés que actúan en esos campos; se trata de que presenten sus opiniones o, por lo menos, estén presentes en esos actos. Estas personalidades, aunque no representan votos, sí significan apoyo político en el eventual desempeño del cargo al que aspira el candidato.
En ambas situaciones, la campaña tiene que asumir una nueva tarea: la atención a los "invitados especiales". El trabajo consiste en identificar, seleccionar, invitar, transportar y atender a estas personalidades; lógicamente, la labor se complica según su número, medio de transporte y tiempo de permanencia, entre otros factores. Si el número es grande y las invitaciones son frecuentes, esta tarea puede dar origen a toda una organización de la campaña especializada en los invitados especiales.
C. La estructura orgánica de la campaña
Por las características señaladas, es muy común la tendencia de las campañas hacia el desorden y hasta el caos, sobre todo si se carece de un plan que proporcione un marco a la actuación de todos los participantes. Dada esta acentuada tendencia a la entropía, lo más oportuno y eficaz es establecer una estructura orgánica a partir de las tareas concretas a realizar en los tiempos considerados en el calendario de la campaña y otorgar plena autoridad a cada uno de los responsables de cumplir estas tareas
De este modo, las tareas básicas ya descritas se especifican en objetivos, metas, tiempos y costos conforme al plan de la campaña. Estas especificaciones proporcionan la base para su delegación y control, de tal manera que, una vez asumido el encargo de realizar una tarea con acuerdo a lineamientos definidos, que cada uno de los principales responsables de la campaña saben qué es lo que se espera de ellos, que conocen su misión dentro de la campaña, pueden disponer de libertad para actuar, para "levantar su propio ejército", pues no hay otra forma de controlar sin afectar la fluidez y agilidad de las operaciones más que por objetivos y resultados sujetos a plazos perentorios.
Si existen tareas definidas a realizar en tiempos y costos determinados bajo la autoridad y responsabilidad de una persona o de un jefe de grupo, la organización puede ser altamente descentralizada y el coordinador de la campaña sólo debe vigilar que estas tareas se desempeñen sin interferencias de los demás responsables, pero con la coordinación y la complementariedad necesarias para que el esfuerzo de campaña sea un todo orgánicamente integrado.
Las tareas de la campaña pueden ser de apoyo al candidato, operativas y de campo. Las de apoyo, como lo expresa su nombre, están orientadas a auxiliar la labor persuasiva del candidato; le proporcionan información y conocimiento para que comunique su mensaje con mayor eficacia; le ayudan a desplazarse mejor en el tiempo y en el espacio que comprende la campaña, y le auxilian para que pueda recolectar fondos con menor esfuerzo. Estas son las tareas de investigación, programación, avanzada, colecta de fondos y asesoría.
Las tareas operativas marchan paralelas pero coordinadamente a las que desempeña el candidato. Tienen como propósito difundir su mensaje por todos los medios posibles, sin disponer de su presencia; en las elecciones de mayor nivel, en las que se hace un uso intenso de la comunicación masiva, llegan a ser el centro de la campaña y las que consumen los mayores recursos. Estas tareas son las de propaganda e información.
Las tareas de campo mantienen y amplían la presencia territorial del candidato, aun en su ausencia; comúnmente, las desempeñan voluntarios que entablan contacto directo con los electores en áreas geográficas estratégicamente delimitadas. Se trata de construir el apoyo al candidato sobre una base de uno por uno, por teléfono, en persona, por correo, con líderes de opinión y electores promedio. Quienes desempeñan estas labores en la línea del frente son los únicos que día con día representan personalmente al candidato y la campaña. Estas tareas las realizan los coordinadores de campo, con la organización local que ellos mismos puedan desarrollar y el apoyo que les brinden los órganos centrales de la campaña.
La dirección y la administración de estas tareas corren a cargo del coordinador de la campaña, de los coordinadores de campo y del comité de dirección, integrado por todos los responsables de cada tarea. En la figura 4, se presenta una estructura de organización de la campaña, en la que cada una de las tareas señaladas en los rectángulos puede equivaler a un puesto, una unidad o grupo de trabajo de acuerdo con la escala de las actividades a ejecutar.
FIGURA 4
1 En el plano organizativo, la estructura de una campaña es, en gran medida, una "estructura de redes", es decir, una pequeña organización centralizada que descansa en otras organizaciones (políticas, gremiales, de medios masivos, de servicios profesionales, etcétera.) para desempeñar sus funciones con base en contratos o acuerdos.
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