A. Objetivos de la investigación de la oposición
Analizar a la oposición es una necesidad de toda campaña que tiene que convencer al electorado no sólo de por qué debe votar por su candidato, sino de por qué no debe de votar por cualesquiera de sus oponentes. La investigación de la oposición pretende descubrir estas últimas razones si es que existen. Es importante esta indagación, llamada "negativa", debido a la inercia del voto, es decir a la tendencia de la mayoría de los electores a votar por un mismo partido o por el candidato mejor conocido, a menos que alguien les dé razones para no hacerlo así. Se trata, pues, de hallar estas razones.
Por eso, el primer objetivo de la investigación negativa es encontrar por qué los electores o grupos de ellos no deben votar por los contrarios para, dado el caso y conforme a la estrategia de campaña negativa, hacérselos saber e intentar provocar su rechazo.
Aunque se trata de sustentar posibles ataques en contra de los opositores, esta investigación debe aplicarse también al candidato propio, ya que ningún ataque será efectivo si los antecedentes del propio candidato no son ejemplares en los aspectos que se censuran en sus oponentes; además, nunca resultará ocioso someter a la misma indagación al candidato, la cual puede ser útil para descubrir sus vulnerabilidades susceptibles de ser aprovechadas por la oposición en los momentos más decisivos de la campaña.
La investigación acerca de la oposición debe ser tan minuciosa, precisa y completa como sea posible; el candidato debe conocer a sus oponentes tan bien como a sí mismo, antes de emprender la campaña; también es importante identificar los puntos de los contrarios susceptibles de provocar respuestas emocionales que los induzcan a cometer errores, para estimularlos si se presenta la ocasión y hacerles perder los estribos, por ejemplo, durante un debate público. Sin embargo, no debe gastarse mucho tiempo buscando la información que permitirá el gran golpe, lo cual casi nunca sucede. A lo que sí se puede aspirar realistamente es a que el oponente desperdicie tiempo tratando de responder al ataque, tiempo que puede ser crítico al final de una competencia cerrada.
Otro objetivo no menos importante en la investigación de la oposición es tratar de descubrir las estrategias y tácticas que sigue o planea adoptar para obtener la victoria. Esta información es útil para definir las estrategias y tácticas propias, así como para adelantar medidas que neutralicen los propósitos de los contrarios si hacerlo es importante y factible para la campaña propia.
En suma, se trata de desarrollar una función de inteligencia, -es decir, de recolección, procesamiento, interpretación y comunicación de información relevante para tomar decisiones- que permita evaluar la fortaleza percibido de los oponentes y verificar su debilidad real, así como adelantarse a su estrategia de modo que se identifiquen los puntos y contenidos de posibles ataques que precipiten su derrota.
Una buena labor de inteligencia debe empezar con la determinación de lo que necesita ser conocido, pues de lo contrarío la recolección de datos puede ser caótica y no proveer finalmente lo que requiere la toma de decisiones; asimismo, los datos deben ser evaluados y transformados en información útil. La evaluación es necesaria porque los datos pueden provenir de fuentes de dudosa confiabilidad; así, por ejemplo, los datos de archivos públicos oficiales son más apreciados que la información originada en fuentes personales y confidenciales.
La necesidad de la función de inteligencia en las campañas se deriva de su propia naturaleza competitiva: varios candidatos con una sola oportunidad de triunfo. Esto es, no basta convencer al electorado para que vote por el candidato propio, es necesario vencer a los oponentes para asegurar la victoria. Proveer la información necesaria para este objetivo es la razón de ser de la investigación sobre la oposición.
La necesidad de la investigación negativa para una campaña es más urgente si se trata de un candidato retador, esto es, de un partido que pretende sustituir al que tiene el puesto, o cuando existen grandes probabilidades de que la elección sea muy competida y aun perdida. Por el contrario, si se tiene la certeza de que se obtendrá la victoria por un amplio margen dada la debilidad manifiesta de los oponentes, no se justifica dedicar mucho esfuerzo a la búsqueda de más debilidades ocultas.
B. Los opositores
La investigación de los opositores intenta, en primer lugar, encontrar estándares para juzgar a los oponentes a efecto de exhibirlos en sus divergencias con respecto a esos estándares generalmente aceptados por el electorado. Por ejemplo, la naturaleza del puesto en disputa puede ser un estándar válido para juzgar quién es el candidato más apropiado a la luz de los deberes del cargo; los resultados obtenidos en el mismo puesto o en otro similar pueden servir de estándar para enjuiciar un desempeño anterior e inferir uno futuro; la conducta que se ha observado en forma pública o privada puede servir de estándar para enjuiciar la honradez y la responsabilidad; las promesas contraídas públicamente, y no cumplidas en el mismo puesto o en otro, son un estándar para indicar incompetencia, para hacerlas realidad, o engaño e irresponsabilidad en asumir compromisos a sabiendas de que no podrían cumplirse; lo que la gente piensa que un legislador debe hacer con relación a lo que hace, constituye también otro estándar; las fuentes de financiamiento para la campaña presentan otro estándar para juzgar al oponente, lo mismo que quienes le brindan apoyo político.
Hacer investigación negativa es más fácil si se trata de un candidato con gran trayectoria política que de un recién llegado a la arena pública. "Nunca subestime la capacidad de los políticos y funcionarios de decir y hacer cosas increíbles y estúpidas", señala un autor, sólo hay que buscarlas en los archivos, registros, hemerotecas y bibliotecas. Hoy, muchas campañas políticas son ganadas dentro de las bibliotecas y, cada vez más, frente a las computadoras.
De ahí que en el caso de candidatos con antecedentes legislativos, se hayan identificado "siete pecados capitales": emitir votos contradictorios o en perjuicio de los electores, o faltar a las votaciones importantes; hacer viajes a costa de los contribuyentes; votar en favor de un aumento de su propio sueldo; votar por impuestos nuevos o más altos; no vivir en la división electoral cuando la han representado; llegar a estar involucrado en un escándalo, y cometer los seis anteriores de manera repetida. Asimismo, las fuentes de financiamiento de sus campañas anteriores deben ser objeto de revisión para tratar de identificar a los grupos que los han abastecido de dinero.
La investigación debe dirigirse, primero, hacia los que se supone son los puntos más fuertes de los oponentes, en la fortaleza percibido por los electores, ya que no hay ataque más devastador que el hecho de descubrir que lo que se presume como una gran fortaleza, no es más que una terrible debilidad. Enseguida se deben identificar las debilidades más descalificantes. Asimismo, deben buscarse los puntos conectados con cuestiones emocionales que mayor impacto pueden tener entre el electorado.
También la investigación negativa puede orientarse a exhibir la incongruencia, a veces paradójica, entre las posiciones que sostienen los oponentes en algunos temas como la mujer, el matrimonio, el sexo, la familia, la educación, la juventud o la moral, y los hechos concretos contradictorios de su vida privada personal o familiar. Encontrar estas contradicciones puede dar la base de ataques demoledores al poner al descubierto la hipocresía o la doble moral de los oponentes, pues no se puede predicar lo que no se practica.
La investigación debe hacerse temprano para ser considerada en la definición de los, asuntos y temas, en la programación, en la identificación de blancos, en ti propaganda, en la recolección de fondos y en la organización de campo de la campaña. No se trata aún de una campaña negativa, sino simplemente de saber los puntos débiles de la oposición para utilizarlos como referencia en la campaña propia.
La moralidad de la investigación negativa se ha debatido. Para algunos, toda persona y desde luego todo candidato tiene derecho a mantener cierta privacidad en su vida personal, por lo que resulta faltar a la ética meterse a investigar asuntos que sólo competen a un individuo, independientemente de que su ocupación sea o no la política.
Para otros, los hombres y mujeres públicos, y en especial los candidatos, carecen de vida privada, están y deben estar sujetos al escrutinio público constante como única manera de evitar el ascenso y permanencia en los puestos políticos de personas cuyos antecedentes o comportamiento actual sólo pueden garantizar corrupción y abuso. Por esa razón la investigación negativa es tanto un medio legítimo que pueden emplear las campañas para mostrar el verdadero rostro de los candidatos, como una responsabilidad que los opositores comparten con la prensa en su papel de vigilante del acceso y del ejercicio del poder público en los sistemas democráticos. Las virtudes públicas y las virtudes privadas no son ámbitos separables, aislables y aun contradictorios en un mismo individuo, a menos que tienda a la esquizofrenia o a la farsa; en el actuar de la mujer y el hombre públicos concurren simultáneamente su moral privada y su moral pública inextricablemente vinculadas; por eso, con razón, los electores infieren del comportamiento privado de un candidato la laxitud moral que mostrará como gobernante. Además, en la actual era de la comunicación, la visibilidad de los políticos y funcionarios ha aumentado tanto que, aunque se quisiera, ya no es posible dejar áreas de su vida fuera del escrutinio de los medios masivos.
Lo inmoral no está en la investigación o en la denuncia de hechos verídicos, sino en la manipulación o la invención de estos hechos para manchar carreras o candidaturas políticas. Lo inmoral es no atacar de frente, legítima y abiertamente, con pruebas, sino hacer uso de rumores y libelos, anónima e irresponsablemente. En muchos casos, si la investigación negativa fuese realizada objetivamente por las campañas, la prensa o las organizaciones ciudadanas, ¿cuántos candidatos se hubieran visto impedidos de llegar a ser gobernantes y, por lo tanto, de cometer actos que, siendo previsibles con base en hechos de su vida privada, constituyeron la ruina de millones de personas, de varias generaciones y aun de naciones completas? John Adams dijo: "Las virtudes públicas no pueden existir sin las virtudes privadas."
1. Áreas de investigación
a. Hay que saber todo acerca de los otros candidatos
- Filiación. Nombre. Edad. Profesión. Domicilios.
- Curriculum vitae desde la infancia. Escuelas. Apodos. Calificaciones. Compañeros de clase. Conducta general. Vicios infantiles y juveniles. Si es el caso, carrera profesional y de postgrado, quién la pagó y calificaciones. Amoríos y pequeños negocios, si los hubo. Si fue arrestado; si era cobarde o valiente; buen amigo o distanciado.
- Desempeño laboral. Cómo subió, quién le ayudó a subir, qué tuvo que pagar y a quién para poder ascender. Quién le mantiene en su puesto actual.
- Vida personal. Dónde y cómo vive y con quién. Qué es lo que hace los fines de semana y en sus horas libres. Cuáles son sus gustos y aficiones "ocultas" y sus "vicios sociales", tales como alcohol, juego, mujeres o drogas.
- Comportamiento fiscal. Si coincide su declaración de impuestos con la realidad o está tratando de engañar o ha engañado alguna vez al fisco.
- Signos externos de riqueza. Casas, automóviles, estilo de vida como consumidor.
- Amistades. Qué opinan de él sus amigos y sus enemigos, si los tiene. A quién debe algo y por qué.
b. Todo acerca de la mujer de cada candidato
- Filiación. Nombre. Edad. Profesión, si la tiene.
- Curriculum vitae desde la infancia. Escuelas. Compañeros de clase. Conducta general. Si es el caso, carrera profesional, quién la pagó y calificaciones.
- Patrimonio personal. De dónde viene su dinero personal, si es que lo posee.
- Desempeño laboral. Si es que trabaja, cómo subió, quién la ayudó a subir, qué tuvo que pagar y a quién, quién la mantiene en su puesto actual.
- Vida personal. Gustos, aficiones y posibles vicios. Cómo es su guardarropa, sus joyas, sus medios de transporte, sus amigas y sus amigos más íntimos. Si tiene amantes reconocidos o se sospecha que pueda tenerlos. Cuánto gasta al año en vestidos, joyas, viajes, diversiones y fiestas.
- Relación matrimonial. Si hay relación afectiva o de simple tolerancia. Si sus apariciones públicas juntas son una ayuda o un estorbo.
c. Todo acerca de cada uno de los integrantes del equipo inmediato del candidato
- Filiación. Nombre. Edad. Profesión. Domicilios.
- Curriculum vitae desde la infancia. Escuelas. Apodos. Compañeros de clase. Conducta general. Si es el caso, carrera profesional, quién la pagó y calificaciones.
- Desempeño laboral. Cómo subió, quién le ayudó a subir, qué tuvo que pagar y a quién para poder subir. Quién le mantiene en su puesto actual.
- Vida personal. Dónde y cómo vive y con quién. Qué es lo que hace los fines de semana y en las horas libres del día. Cuáles son sus gustos y aficiones "ocultas" y sus "vicios sociales", tales como alcohol, juego, mujeres o drogas.
- Comportamiento fiscal. Si coincide su declaración de impuestos con la realidad o está tratando de engañar o ha engañado alguna vez al fisco.
- Signos externos de riqueza. Casas, automóviles, estilo de vida como consumidor.
- Amistades. Qué opinan de él sus amigos y sus enemigos, si los tiene. A quién debe algo y por qué.
Otra manera de identificar las áreas de la investigación, ya no en lo que toca a los sujetos a investigar, sino el tipo de información a obtener, puede ser la siguiente:
- Registros públicos. Revelan información accesible y fácil de obtener, a veces obvia. Si se tiene trayectoria pública: votos emitidos, asistencia a las sesiones, comportamiento arrogante, uso excesivo de privilegios, posiciones sostenidas en discursos y publicaciones; si se ha hecho campaña, la propia campaña puede ser analizada, y demás conducta pública.
- Registros privados. A pesar de ser privada, esta información puede obtenerse por algún medio. Se refiere a la posición política de organizaciones a las cuales pertenece o ha pertenecido y a su membresía dentro de las mismas. También incluye los tipos de lectura y videos que prefiere. Los problemas laborales que ha enfrentado y datos similares.
- Registros personales. Contienen hechos poco conocidos públicamente. Enfermedades y adicciones, arrestos, divorcios, calificaciones escolares, historia sexual y religiosa. Con el surgimiento de las redes de información cada vez más se hace pública mucha información antes considerada completamente privada, además de que proliferan compañías capaces de navegar por estas redes en busca de los datos deseados.
- Registros financieros. Incluyen datos financieros como créditos y bienes raíces. Lo que se posee, el estilo de vida, las hipotecas y créditos; todos pueden ser usados negativamente tanto como la declaración de impuestos.
- Registro político. Se refiere al curriculum político: militancia, tendencia ideológica, aportaciones a grupos y partidos, cambios de partido, posiciones sostenidas sobre asuntos o problemas, congruencia entre los dichos y los hechos, etcétera.
- Registro familiar. Contiene las conductas menos plausibles de los miembros de la familia del oponente. Los negocios de la esposa, los delitos de algún familiar cercano, la conducta de los hijos, el comportamiento como padre o madre de familia.
2. Fuentes de investigación
a. La primera fuente, y la principal también, es el curriculum oficial del opositor. Una mentira allí puede ser fatal. Por eso, es importante verificar todos y cada uno de los datos proporcionados por los propios contendientes, en registros tales como los escolares o los que contienen títulos y grados profesionales.
b. Los archivos policíacos son otra fuente importante. Se deben investigar los posibles antecedentes penales, como fraudes, esposa golpeada y similares, aunque usarlos para atacar puede acarrear reacciones negativas: todo depende de, si es uno más que se añade a varios aspectos negativos o se trata de algo excepcional y aislado.
c. El registro público de la propiedad y del comercio constituye otra fuente de investigación para tratar de encontrar irregularidades en bienes raíces, riqueza súbita o sociedades inconvenientes.
d. La prensa es otra fuente de indudable valor para buscar notas negativas acerca de la oposición que deben de constatarse por otros medios. Hoy los archivos en CD ROM de los periódicos han facilitado el trabajo de investigación. La indagación debe comprender los últimos cuatro años por lo menos.
e. Los registros de personal de las instituciones públicas y privadas en las cuales hayan laborado los opositores, son valiosa fuente para descubrir si hubo algún incidente que motivara su despido o cese.
f. Las organizaciones a las cuales pertenece o ha sido miembro, como los clubes, asociaciones gremiales, profesionales y aun deportivas, pueden ser fuente de hechos negativos que retraten la verdadera manera de ser del opositor.
g. La gente es otra fuente de innegable valor. Se debe entrevistar a amigos y enemigos, compañeros y conocidos, empleados y empleadores del oponente, todos ellos podrán brindar una gran ayuda y es muy factible que estén bien dispuestos a hablar.
h. En el caso de los candidatos con antecedentes, como legisladores o funcionarios, los archivos, diarios v registros legislativos, así como los informes de gobierno, presupuestales, declaraciones v entrevistas, constituyen buenas fuentes de información. En el primer caso hay que analizar los votos, en especial aquellos en donde el opositor estuvo en minoría; la asistencia a las reuniones; las iniciativas que patrocinó; los registros de los comités y subcomités; sus intervenciones en tribuna; si alguna de sus propuestas se ha convertido en ley y, si no, por qué no cristalizó. En el segundo supuesto conviene seguir la pista del dinero en recaudaciones, contratos y obras, construidas y no realizadas, costos, gastos superfluos y, desde luego, posibles nepotismos y corruptelas, abusos de autoridad v violación de derechos humanos.
i. Las redes de información. Es sorprendente la cantidad de información que puede ser obtenida a través de las redes y mediante empresas especializadas en bancos de datos en países altamente industrializados y (más aún, estas redes, en poco tiempo estarán disponibles en todo el mundo a medida que se expandan).
La información contenida en los registros públicos es más objetiva y, por lo tanto, más creíble y de mayor impacto en el electorado. En contraste, la información proveniente de fuentes personales es difícil de probar, por lo que su impacto es menor y tiene mayor probabilidad de poder provocar un efecto de bumerán en contra de quien la usa para atacar a su oponente.
Siempre existe la tentación de emplear los servicios de detectives privados. A pesar de que la mayoría de los datos que aquí se mencionan son de alguna manera públicos y su búsqueda es completamente legal, no debe olvidarse que el mismo proceso de investigación, de ser expuesto al electorado, puede convertirse en objeto de escándalo, sobre todo si el afectado es capaz de capitalizar el hecho en su favor. Se debe tener extremo cuidado para hacer la investigación, lo mismo que para manejar la información resultante. Por eso, emplear detectives privados para realizar la investigación conlleva siempre el riesgo de que este hecho, al hacerse público, tenga un efecto adverso.
Tampoco es conveniente permitir que sea un reportero o la prensa en general la que se encargue de llevar a cabo la investigación de la oposición, porque sus encuentros serán difundidos conforme a un criterio noticioso y no con acuerdo a las necesidades de la estrategia de campaña, aunque exista la ventaja de que tendrá mayor credibilidad dado que proviene de un medio de comunicación considerado observador imparcial en la contienda electoral. En el caso de que la campaña opte por no hacer ataques directos a los opositores, la filtración de los hallazgos negativos de los oponentes a la prensa, para su eventual publicación, puede ser una estrategia adecuada para obtener el mejor impacto sin entrar en el terreno cenagoso de la campaña negativa.
Los resultados de la investigación deben verificarse una y otra vez; la gravedad de los hechos negativos debe evaluarse no conforme al criterio de la campaña, sino de acuerdo con el impacto que puedan tener en la mente de los electores o algunos grupos de electores; de ser graves los hallazgos se debe recolectar el máximo posible de pruebas; los cargos encontrados deben ser creíbles, no esotéricos; asimismo, debe tenerse especial cuidado para no distorsionar ni exagerar los hechos; y, desde la perspectiva del opositor, se deben ensayar justificaciones y excusas para constatar si pueden ser desmentidos o trivializados fácilmente. Las pruebas entregadas a la prensa hará en su momento irrefutable la veracidad de los señalamientos denunciados en contra de los opositores para ser tomados en cuenta por el electorado.
La investigación negativa no necesariamente debe encontrar algo relevante; es sólo una verificación de la debilidad de la oposición, por lo que no tiene que existir forzosamente. "Descubrir un enjuague económico o una amante despechada o un flagrante delito de homosexualidad es una suerte que por desgracia casi nunca se produce; por regla general, los políticos acostumbran aparecer ante la opinión pública mucho más puros de lo que realmente son, ya que procuran guardar celosamente sus fallos anteriores fuera del alcance de toda información posible: saben el valor que tendrían si fueran utilizados en su contra. La indagación es sólo una especie de "prueba del ácido" a la que debe sujetarse a los opositores, pero también el propio candidato.
3. Uso de la información
La información recabada sirve para orientar todo el plan de la campaña, pero fundamentalmente es la base para la fase negativa que pueda emprenderse en las etapas finales del periodo electoral. Una falla en la imagen del candidato contrario puede explotarse hasta extremos insospechados cuando se sabe hacer buen uso -en este caso, mal uso- de los medios de comunicación. Un negocio turbio o, mejor dicho, un "negocio político" en el que haya existido corrupción directa o indirecta, puede ser la base para lanzar una campaña de descrédito, la cual puede servir, además, como distracción para atenuar los defectos propios.
No todas las fallas de los opositores pueden ser empleadas con éxito sin alguna reelaboración. Por ejemplo, el electorado generalmente no repara en la cuestión de la residencia de los candidatos, si esta falta de residencia no se relaciona con otros factores negativos y, sobre todo, emocionales. Por eso, a veces atacar aisladamente el hecho de que el opositor no viva en la división electoral a la cual espera representar, puede no captar el interés del elector, a menos que se señalen sus consecuencias negativas, como su desconocimiento de los problemas y su falta de arraigo y apego a la comunidad provocados por esta no residencia. O mejor aún: se puede atacar este desconocimiento y carencia de arraigo para argumentar como prueba de los mismos el que el opositor no viva ahí, lo cual, por ser más concreto, puede ser claramente constatado por los electores.
Otras fallas tampoco pueden denunciarse en el oponente si el candidato propio adolece de los mismos defectos: el ataque puede revertirse. Por eso, lo utilizable por la campaña son los defectos de los opositores que mejor contrasten con las virtudes del candidato propio.
Es decir, a pesar de que se disponga de hechos concretos, debidamente comprobados, siempre es importante considerar cuidadosamente la forma de presentarlos al electorado, pues está presente el riesgo de que no llamen su atención o, peor aún, se reviertan y hagan del atacado una víctima digna de compasión pública. Paradójicamente, hechos débiles bien manejados pueden tener mayor impacto que fallas graves, es decir, "no basta tener cartas, hay que saber jugarlas". Señalar pequeños errores puede causar peores efectos al candidato que los daños hechos al opositor.
De igual modo es importante considerar la oportunidad con que se usarán los hallazgos de la investigación negativa. En términos generales es recomendable no atacar al final de la campaña porque el ataque parecerá un esfuerzo desesperado, de último minuto, con la intención de que el oponente carezca va de tiempo para defenderse. Tampoco se puede atacar desde el inicio de la campaña, para no ser etiquetado como "negativo". Este es el problema de la oportunidad, la cual en buena medida determina la eficacia y trascendencia del ataque basado en la investigación negativa.
Cuando los ataques no son factibles de dirigir contra el candidato, porque carece de fallas aprovechables en la campaña, se pueden intentar denuncias acerca de sus más allegados, familiares o miembros de su equipo cercano de trabajo, con el propósito de tratar de que el electorado perciba las fallas de estos allegados como debilidades del propio candidato, sea porque comparte males de familia o porque es incapaz de seleccionar adecuadamente a la gente que lo rodea. Este es el sentido de incluir en la investigación negativa a los familiares y colaboradores próximos de los oponentes. Obviamente, este tipo de ataques no son tan efectivos como los dirigidos directamente al candidato, a menos que se infieran complicidades de éste en los actos denunciados.
Sin embargo, un ataque de flanco, en vez de frontal, dirigido contra el segundo de a bordo de un candidato, puede ser tan eficaz o más que si va dirigido contra el número uno. Porque es de suponer que el candidato, desde el momento en que lo es y se presenta a la elección, tiene ya un prestigio añadido a su nombre muy difícil de desmontar. Pero el segundo es mucho más vulnerable y puede constituir el único medio de llegar al propio candidato opositor, al cual no sería ni fácil ni inteligente atacar directamente.
Con menos escrúpulos, algunas campañas utilizan el procedimiento de descrédito, mediante la invención de calumnias a las cuales les dan forma para que aparezcan como creíbles, o bien las lanzan como rumores o libelos anónimos. Otros candidatos utilizan los hallazgos de la investigación negativa como un medio de presión política o descarado chantaje hacia sus competidores, a cambio de una acción o inacción, del silencio y hasta del abandono de la justa electoral. Estas prácticas, además de ser completamente inmorales, son poco eficaces en la medida en que requieren de condiciones especiales para tener éxito, como ausencia de otra información, predisposición del electorado a dar crédito a rumores, ambiente de confusión o candidatos timoratos. De cualquier modo, siempre está latente el riesgo de que al descubrirse la manipulación se pierdan más simpatizantes propios que los que se pudieran restar al opositor gracias a las calumnias y libelos. Investigación de la estrategia
C. Investigación de la estrategia
1. Los temas de la campaña
La selección de los temas y mensajes de campaña debe considerar cuáles abordarán los oponentes. Esto significa investigar sus planes con el propósito de conocer sus temas y mensajes y así iniciar la búsqueda de un tema propio, lo suficientemente fuerte, que borre a los que, según la información, abordarán los contrarios, de modo que se les obligue a luchar en los terrenos en los cuales el candidato propio tiene la mayor fortaleza. Por eso, es importante en la campaña tener claro cuáles asuntos y temas se pretenden desarrollar y cuáles evitar, para sobre esta base investigar las posibles estrategias de la oposición.
La investigación debe identificar las posiciones asumidas por el oponente con respecto a determinados asuntos o problemas. También habrá que tomar en cuenta que hay temas que tienen mayor relevancia en un momento dado, que están en la agenda pública actual, por lo que es necesario dirigir la investigación específicamente hacia el comportamiento que el oponente haya tenido con respecto a ellos.
2. Información sobre los movimientos de los adversarios
Del mismo modo que en una batalla se trata de descubrir o pronosticar lo más racionalmente posible las fuerzas del enemigo y sus planes de operación y, con base en esos descubrimientos o pronósticos, concebir una estrategia que coloque al ejército propio un paso adelante de sus enemigos. En las campañas se tiene que investigar las posibles estrategias electorales que los opositores piensan emplear.
Esta investigación debe iniciarse sistemáticamente desde que arranca la campaña y continuar hasta su terminación, con el propósito de saber todo lo que el oponente hace. Deben grabarse todas sus apariciones públicas, coleccionar sus impresos, analizar lo que los medios de comunicación difunden de su campaña y aun mandar asistentes a sus reuniones públicas y privadas, si es posible. Entre más informado esté de sus oponentes, más fácil será para un candidato ganarles.
La primera fuente de información debe provenir de las fuerzas propias. Los miembros de la campaña dedicados a la función de inteligencia son los que han de enviar, inmediatamente después de que se produzca una acción de los competidores, todos los detalles de esta acción y una muestra de los materiales empleados. Con esta información sobre el terreno, es posible tomar las decisiones más oportunas en cada momento.
Otra fuente de información son los empleados de los partidos y de las campañas, quienes no necesariamente se sienten obligados a guardarles fidelidad forzosamente. Aunque esta información suele ser muy superficial.
La otra opción es la infiltración de agentes de inteligencia entre las filas de los opositores, así como emprender acciones ilegales que ya han sido motivo de escándalos políticos. Sin embargo, como el espionaje merece la sanción moral, cualquier acción en este aspecto puede ser sumamente peligrosa y éticamente reprobable, pues difícilmente alguien aprobaría y menos defendería abiertamente el espionaje entre las campañas. Pese a todo, se trata de una práctica cotidiana en tiempo de elecciones, de la cual el caso Watergate sólo fue un ejemplo que se hizo público.
En este sentido, no puede ignorarse que toda campaña puede ser infiltrada, lo cual obliga a tomar precauciones para que la propia mantenga sus planes y estrategias a salvo de los intentos de espionaje.
Una acción no censurable es disponer de un equipo que actúe como estratega de las campañas rivales, que piense en función de los intereses de los oponentes para, de este modo, tratar de descubrir las perspectivas o los supuestos clave sobre los que se basa la estrategia del competidor.
Si se trata de un candidato con experiencia electoral, sus anteriores campañas pueden ser una fuente de información importante. El hombre es una criatura de hábitos y los políticos, una vez que encuentran una fórmula que funciona, rechazan cambiarla hay que identificar los tipos de medios utilizados, así como la oportunidad con que fueron usados, para planear acordemente la estrategia propia.
Ninguna campaña debe perder contacto con sus oponentes. Sus movimientos deben ser "monitoreados" todo el tiempo, en búsqueda consiente de una oportunidad para difundir los encuentros de la investigación negativa, así como para adelantarse a sus movimientos. La posibilidad de hacer ataques al oponente y la campaña negativa obligan a mantener una reserva de recursos para pagar los medios de comunicación en el momento más oportuno. Lo mismo hay que estar preparado para responder en horas un spot de ataque de último minuto. Así, la investigación negativa dé la oposición podrá rendir sus mejores frutos en beneficio de la campaña, pero también de los electores a quienes se ha pretendido engañar.
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